www.cubaencuentro.com Viernes, 16 de enero de 2004

 
  Parte 1/2
 
La Habana: Problema de humanidad
¿Quiénes tienen más derechos: las familias de los espías condenados en EE UU o las de los disidentes encarcelados en Cuba?
por IRIA GONZáLEZ-RODILES
 

Visto con estricta humanidad, sin barricadas políticas ni militares y sin tomar en cuenta los improperios de las reclamaciones hechas desde Cuba por Olga Salanueva y Adriana Pérez, justo es que ellas visiten a sus respectivos esposos en las cárceles estadounidenses, donde ambos cubanos han sido confinados por espionaje.

Blanca Reyes junto a la madre de R. Rivero
Madre y esposa de Rivero: ¿igual derecho a reclamar?

Aunque resulte inevitable la desconfianza de las autoridades norteamericanas hacia las esposas de los reos, y sin entrar a cuestionar la comprobada gravedad de sus delitos, bien podría propiciarse la reunión familiar bajo rigurosas medidas de seguridad.

Gesto de mayor equidad aún, es permitir que la pequeña Ivette González Salanueva conozca a su papá, René, quien junto a Gerardo Hernández ha sido privado de los encuentros familiares, debido a que Estados Unidos no concede visas a las dos esposas residentes en la Isla.

Ambos —René y Gerardo—, además de Ramón Labañino, Fernando González y Antonio Guerrero, cumplen en las cárceles norteamericanas condenas que oscilan entre 15 años y cadena perpetua, tras el proceso judicial que los consideró culpables de atentar contra la seguridad nacional de Estados Unidos.

Hasta aquí, tal vez este artículo, con algunas mutilaciones, podría aparecer en el periódico gubernamental Granma o en otros medios oficialistas cubanos. Pero no lo que sigue.

La continuación de este texto nunca sería publicado de no ser por la existencia del periodismo alternativo en la Isla, a pesar de que la Ley Mordaza lo proscribe y dispensa hasta 20 años de cárcel por ejercerlo.

Pero cuando se apela o invocan los derechos humanos —como Olga y Adriana—, no pueden establecerse distinciones de ningún tipo: al margen de nuestra opinión o tendencia política, todos somos iguales; todos, humanos.

Visto así, también son igualmente justas las exigencias de otras familias cubanas que, lejos de ser respaldadas por declaraciones oficiales de la Isla, sufren a consecuencia de los impedimentos que el gobierno les impone. Ejemplos, sobran.

Justo sería que a Blanca Reyes —esposa del poeta y periodista Raúl Rivero, condenado en Cuba a 20 años de prisión por el ejercicio del periodismo libre—, le permitieran visitar a su único hijo, Miguelito, en Miami.

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