www.cubaencuentro.com Viernes, 16 de enero de 2004

 
   
 
La Habana: Crimen en Libertad
por TANIA QUINTERO
 

Cuando en 1962 Eladio Aragón y su familia se mudaron para aquella casa, quedaron prendados de la tranquilidad del vecindario y de la belleza del terreno aledaño a su domicilio.

Bosques
Donde hubo árboles cenizas quedan.

"Entonces —cuenta Eladio— muchas matas estaban pequeñas. Un señor vinculado a los Párraga, dueño de medio municipio 10 de Octubre, se había encargado de sembrar allí un bosquecito de árboles frutales y maderables". Corría la década de los ochenta y del terreno que una vez fue baldío crecieron cedros y majaguas, cuyas maderas son muy cotizadas. Además de almácigo y paraíso, entre otras plantas medicinales.

Pero la atracción mayor era la colección de árboles frutales. "Allí se daba mango, mamey, canistel, níspero, guayaba, guanábana, chirimoya, anón, tamarindo, naranja agria, mandarina, aguacate y dos variedades de plátano, hoy prácticamente desaparecidas: el plátano indio y el seda". Había también limoneros y cocoteros, "y hasta matas de ñame, una vianda en proceso de extinción", comenta Eladio.

Unos diez años atrás, especialistas de la Academia de Ciencias hicieron un inventario del lugar, pues no sólo era rica su flora, sino también su fauna. "Entre aquellos árboles —recuerda Eladio— se podían encontrar cotorras, palomas rabiches, tomeguines del pinar, zunzunes y torcazas mexicanas, entre otras aves valiosas".

Pero toda esta riqueza fue brutalmente extinguida unas semanas atrás, cuando el mejor estilo de las brigadas de desmonte Che Guevara, que en los años setenta, desde Oriente a Occidente, acabaron con los árboles frutales de toda la Isla, una brigada capitalina de demolición arrancó de cuajo lo que con amor un par de hombres sembraron y cuidaron durante más de cuatro décadas.

"Un buen día —relata Eladio entristecido— vinieron unos tipos en buenos carros y comenzaron a medir. No hablaron con ningún vecino. Poco después llegó el acabose: hombres con equipos y grúas inmensas. Partía el alma ver cómo en horas acabaron con árboles que demoraron tantos años en dar frutos".

El pretexto para semejante "ecocidio" fue la necesidad de un terreno para construir el departamento de fisioterapia del policlínico Pasteur. Según Eladio, el delegado del Poder Popular informó recientemente que ya allí no iban construir nada, porque por debajo del lugar pasa un arroyuelo. La última noticia es que van poner este departamento en los bajos del policlínico, sito en Santa Catalina, entre Poey y Heredia.

De la otrora minireserva ecológica de la calle Libertad lo que ha quedado es un espacio desierto, como si hubieran bombardeado el lugar o pasado tropas bárbaras. "No solamente arrasaron con toda la vegetación y con la acera, también destruyeron una parte del muro de mi casa", dice Eladio con impotencia. Otros vecinos lamentan lo ocurrido, pero para Eladio Aragón es como si le hubieran dado una puñalada en el centro del pecho.

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