www.cubaencuentro.com Viernes, 16 de enero de 2004

 
   
 
La Habana: Nuevo ídolo en los altares
Aunque aún no se le conoce contraparte en el panteón yoruba, los cubanos se acercan cada día más a San Judas Tadeo, conocido como el patrón de los casos desesperados.
por TANIA QUINTERO
 

En la santería, Olofi es San Norberto y es muy venerado por ser patrón de los casos vinculados con la justicia y la ley. Pero todo parece indicar que San Judas Tadeo, si no lo ha desplazado puede llegar a hacerlo: es considerado abogado de los casos desesperados y muy difíciles de resolver. Y también patrón de lo imposible y protector contra la calumnia.

San Judas Tadeo
San Judas Tadeo: patrón de lo imposible.

Y si de algo Cuba está llena es de personas desesperadas, repletas de problemas personales, hogareños, laborales y judiciales. Personas ansiosas por que se les dé lo considerado imposible: que puede ser irse del país, salir absuelto de un juicio o quitarse de encima a una persona dañina.

El pasado 28 de octubre una pequeña iglesia ubicada en el cuchillo de las calles San Nicolás, Rayo, Tenerife y Holguín, en la barriada de Los Sitios, en pleno corazón de la Ciudad de La Habana, fue testigo de cómo de año en año ha ido aumentando la veneración a San Judas Tadeo, un santo cuyo cuerpo permanece en la Basílica de San Pedro en Roma. El 22 de septiembre de 1548 el Papa Paul III concedió indulgencia plenaria a todos los que visiten su tumba el 28 de octubre, declarado día de su onomástico.

Si la Europa del siglo XVI, en plena Edad Media, marca el inicio de la devoción hacia San Judas Tadeo —a veces confundido por su nombre con Judas Iscariote, El Traidor— y la leyenda de sus milagros comenzó a extenderse por el mundo por esa época, no es hasta el siglo XX, en la década del noventa, que en la Isla cobró fuerza la fe en el poder divino del hijo de Cleofá y de María, pariente cercana de la Virgen.

Todos los meses, los días 28, se ha hecho popular visitar la iglesia de San Judas, como le llaman los habaneros. Ese día siempre hay en las afueras vendedoras de velas, flores y estampillas, pero nunca como los 28 de octubre, fecha que en Cuba coincide con la tradición creada por la revolución de echarle flores al mar a Camilo Cienfuegos, comandante guerrillero misteriosamente desaparecido el 28 de octubre de 1959.

De modo que quien recorra esa zona de Centro Habana ese día verá a decenas de personas desde las calles Monte, Reina y Belascoaín, bajando en busca del santuario local de San Judas Tadeo, y también verá a grupos de escolares con sus maestros caminando en dirección al Malecón, a tirar flores a Camilo.

Según vecinos de los alrededores de la iglesia de San Judas Tadeo, este año fue mayor el número de cubanos de todos los estratos sociales que acudieron a pagar promesas o a hacerle peticiones al santo milagrero. Como es primera vez que fui, no lo puedo comparar, pero si afirmar que miles de personas acudieron a una de las iglesias más modestas de la capital. La afluencia de público se inició a las seis de la mañana y se prolongó hasta pasadas las diez de la noche, cuando concluyó la última misa.

Cientos de mujeres y hombres, negros, blancos o mulatos, viejos o jóvenes, por allí desfilaron este 28 de octubre. La mayoría llevaba en sus manos ramos de flores y velas. El sincretismo, del que tanto escribiera el etnólogo cubano Fernando Ortiz, se apreciaba a la vista: muchos iban vestidos de blanco (Iyabó) y orgullosos exhibían sus collares de colores según las deidades (Orúla, Ochún, Yemayá, Changó, Ogún…).

El sincretismo era visible también en las docenas de mesas colocadas por particulares en los alrededores. En ellas, junto a estampas y cuadritos con las imágenes de San Judas Tadeo, San Lázaro y San Cristóbal, santo patrón de La Habana, se podían ver pomos de miel de abeja, cascarilla, maíz tostado, polvo de jutía ahumada y toda clase de oraciones. Igualmente, se podía conseguir el horóscopo para el 2004, folletos sobre la ciencia del tarot, el arte de tirar las cartas y llaveros contra el mal de ojo.

Mientras dentro de la iglesia el padre daba su misa, cientos aguardaban para entrar y dar las gracias a San Judas Tadeo. En la multitud no faltaban vendedores de almanaques, jabas de nylon, pasteles de guayaba, pan con jamón, refresco instantáneo y café mezclado con chícharo.

Tampoco estuvieron ausentes pordioseros, beatas pidiendo limosnas para la iglesia, con cestas, por cierto, repletas de monedas y de billetes de 10 y 20 pesos, y hasta de dólares, jineteras con sus "yumas", y empleados y funcionarios estatales, quienes sin ningún prejuicio acudieron a rendir tributo al nuevo ídolo de los cubanos.

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