www.cubaencuentro.com Viernes, 03 de diciembre de 2004

 
  Parte 1/2
 
La Habana: Trampas del calor cubano
Mitos y simpatías: ¿Qué pasa si alguien constata que los cubanos también pueden ser antipáticos y envidiosos?
por MANUEL CUESTA MORúA
 

Nada de lo que aquí sigue tiene que ver con la temperatura meteorológica de la Isla. Aunque la tentación es fuerte para afirmar que nuestro carácter tiene que ver con el clima, es preferible explorar en este sentido la antropología cultural para explicar mejor nuestros comportamientos.

Barrios
CDR: ¿concebibles en una cultura 'fría'?

Sabido es que el imaginario de los cubanos, al menos desde Martí, es excesivamente generoso y positivo en relación con lo que somos. La decepción pública del presbítero Félix Varela con los cubanos de su época o una historia de la vagancia en Cuba, por ejemplo, como la escribió el pensador cubano del siglo XVIII José Antonio Saco, fueron actitud o texto prácticamente inconcebibles en los siglos posteriores. La autocrítica constituyó desde el siglo XIX casi una ofensa a la construcción del proyecto nacional, inconcluso por cierto.

Hasta hoy hemos heredado ese tabú ligeramente roto en el siglo XX por dos autoritas cubanas como Jorge Mañach y Fernando Ortiz. De la fecha a acá nadie se atreve a la escritura, concebida como de mal gusto, de desinflar nuestras más sólidas certezas en relación con nuestro carácter. Curioso, porque esta falta de autocrítica se compensa con un humor, éste sí de mal gusto, sobre los defectos físicos supuestos o reales de la persona: el chino, el gallego, el cojo, el bizco, el homosexual, el enano, el discapacitado mental, el negro o el guajiro son objetos de la chanza nacional; una muestra de que nuestro humor no ha rebasado sus orígenes medievales.

Y entonces los cubanos somos, y nadie puede dudarlo, valientes, generosos, inteligentes, solidarios, discretos, amables, simpáticos, abiertos, tolerantes, independientes, maduros, trabajadores, picantes, sensuales, fogosos, humildes, prudentes y ponderados, más una irrefrenable lista de características que hacen la envidia de otras culturas.

La verdad sobre todo esto está quizá a mitad de camino entre la afirmación y la negación totales. Porque los cubanos podemos ser todo aquello y también lo contrario. Lo que en el fondo no es ni malo ni bueno, sólo que nos hace más normales y menos engolados.

¿Una cultura inmadura?

Las certidumbres absolutas contienen una trampa: edulcoran y enmascaran los rasgos más negativos en la vida social o de los seres humanos, impidiendo la corrección puntual y apropiada de las estrategias de aproximación y convivencia. Una visión falsa de sí mismo, o de los otros sobre nosotros, es el resultado negativo que hace a la inmadurez de las personas y de las culturas.

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