www.cubaencuentro.com Domingo, 02 de enero de 2005

 
  Parte 2/4
 
Cruz y resurrección
Mike Porcel: 'La Nueva Trova fue un movimiento controlado y controlador. Mi experiencia en Cuba fue traumática'.
por IVETTE LEYVA MARTíNEZ, Miami
 

Durante esos años, ¿cómo era su relación con el movimiento de la Nueva Trova?

Fue conflictiva. Yo nunca me sentí parte del movimiento, para mí siempre fue un movimiento controlador y controlado por la juventud comunista. No fue más que una idea política para ponerle freno a las supuestas rebeldías de Silvio (Rodríguez) en aquella época. Sin duda, hubo un movimiento de la nueva canción no sólo en Cuba, sino a nivel mundial, que influenció a muchos compositores de la época. Pero todo el que tuviera una influencia como esa, la idea era llevarlo por los caminos que a ellos (los funcionarios culturales) les interesaban. Estéticamente nunca me sentí parte del movimiento, creo que a Pedro Luis Ferrer le pasaba lo mismo, y siempre lo decía.

Se utilizaba el nombre de Nueva Trova como una especie de continuidad con la trova tradicional, con Sindo Garay y Manuel Corona, pero eso se trajo por los pelos. Fueron distintas etapas, de alguna manera pudo haber puntos de contacto, pero no porque había una continuidad.

El hecho de pertenecer al movimiento te empezaba a marcar y venían aquellas famosas canciones de encargo, que nunca hice. Era una cosa bastante oficialista, funcionaba con plantilla, reuniones, y toda una escala bien delimitada de grupo dirigente y de lo que había que hacer y lo que no había que hacer, y lo que se suponía que se debía hacer o no.

Las reuniones casi siempre las citaba la UJC. Los más politizados eran gente como Vicente Feliú y Eduardo Ramos, quienes servían como una especie de puente entre la parte más artística y la parte más política (de los cantautores). Fui a muy pocas reuniones, pero recuerdo que eran para "bajar directivas". En aquella época había que creerse que la única música o canción que podía funcionar, o que servía en Cuba, era la que se hacía dentro del movimiento de la Nueva Trova; era la políticamente pura o aceptada.

El hecho de proyectarme cómo me proyecté —tenía canciones de amor, otras quizás más filosóficas, con otra problemática de la vida, pero nada directamente político, hablando sobre Nicaragua, o sobre Salvador Allende— me trajo la fama de no ser muy confiable políticamente. Me quedó eso como una especie de fantasma.

¿Cómo valora el movimiento que dice ser su continuidad, el de los llamados "novísimos"?

He oído cosas de Carlos Varela, incluso una vez que pasó por Miami lo conocí, y he oído algunas cosas sueltas de distinta gente nueva. Me parece que el movimiento perdió mucho más de espontaneidad. La nueva generación, aparentemente, empezó a hacer más críticas, pero a mí me parece que fue una especie de adaptación a las circunstancias, no creo que esa crítica sea real ni creo que el movimiento ganó calidad, tampoco creo que perdió.

Cambiaron las circunstancias externas y, del hombre con la guitarra, se pasó al hombre con el grupo de rock, que en aquella época (de los setenta) se consideraba una especie de herejía. Pienso que la continuidad que hay entre los novísimos y la Nueva Trova es que al final hay control político sobre ese tipo de canción, porque ¿hasta dónde se admite la crítica en Cuba realmente? Hasta donde a ellos (los gobernantes) les conviene.

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