www.cubaencuentro.com Jueves, 21 de octubre de 2004

 
Parte 3/3
 
Carta a Blanquita Becerra
por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona
 

Y basta, que no voy a reformar yo solito la programación cubana. Le paso la bola al sabio Enrisco, por ejemplo. Pero sugiero que todo sea hecho con habilidad, desprejuicio, valor y una sonrisa. Y que se premie la creatividad. Sé que en las altas esferas escasean los humores, y si los hay, son amarillos y huelen mal, pero hay que tener cierta esperanza aunque sea verde, si total, las chivas están en extinción. No creo que sea muy instructivo poner los más largos discursos de Malanga el Atómico y luego premiar a quienes estén despiertos al final, porque habría muchos que finjan y también existe la posibilidad de que ciertos enfermos mentales soporten con alegría y brío. Pero algo hay que hacer al respecto para comenzar a tomarnos las cosas más atemperados y con mejor cara.

Como ves, estoy haciendo un llamamiento a que el pueblo bufe, y al renacimiento del buen teatro bufo, en el que brillaste con luz propia hasta que vino el Gran Comicancio a serruchar el escenario. Habría que pensar en rescatar lo mejor del Alambra —y que no lo bauticen como Al hambre, que eso no es un chiste, sino una dura realidad— y del Shangai, pero buscándole otro nombre asiático si se prefiere. Está decantado el de Cantón, porque algunos pueden confundirlo con Lírico Rodríguez, que es el metafórico oficial.

Y en esto sí nos ayudaría tu historia, tu experiencia, tu gracia natural. Junto con las de Regino López, Candita Quintana, Sergio Acebal, Alicia Rico y Arquímedes Pous. Dejo gente fuera, pero no por censura, sino porque me invade el jolgorio y estoy como si debutara. Soy de la opinión que, para renacer como pueblo, deberíamos volver a la trompetilla y a la burla total. Apagar las velas de ese entierro donde nos llenaron los huesos de solemnidades heroicas, como si la mejor virtud de la vida de los hombres fuera morirse y no vivirla a plenitud sin desgraciar al prójimo.

Reírse del vecino siempre es mucho mejor que matarlo o denunciarlo, y habría que empezar con los obispos y cardenales de la nueva religión, que ya se ha visto no funciona, o no cumple con todas las expectativas. Además de que el mundo ha cambiado mucho, pero el ser humano, allá en el fondo, sigue siendo un animal sonriente, y prefiere irse a Varadero a salir en la postalita. Entre que te dejen quieto y que le pongan tu nombre a una escuela, sospecho que la gente prefiere lo primero.

Claro que ya no impresiona tanto subirse en una mesa a bailar un danzón, como hiciste tú, sino volver a la raíz vernacular de la convivencia. En eso estuviste 80 años, o más, y a pesar del "Palma Cristi" que te prometía el gobierno de Batista, tu personaje de María Bibijagua le daba jan a todo quisque en la emisora RHC Cadena Azul. Y eso que eran momentos horribles según los monólogos del nuevo Lengualisa. Quisiera ver ahora quién se atreve a echar siquiera un chiflaíto por Radio Enciclopedia.

Por supuesto que no fue todo relajo en tu vida artrítica —te conocí ya vieja, viejésima, frente a un piano, llamando al pueblo a la concreta con aquel himno que dice: "A los frijoles, caballero"—, sino que hubo momentos de inspiración literaria con Dolores Santa Cruz, en la versión zarzuelera de Cecilia Valdés, que hiciera ese genio llamado Gonzalo Roig.

¿No crees que es hora ya de regresar, donde quiera que andes soltando chascarrilllos y morcillas? Lo de la morcilla te garantizaría un éxito inmediato, mientras entonas esa segunda versión del Himno Nacional que pudiera ser "A los frijoles, caballero".

Ahora caigo en la cuenta de que he soñado mucho hablando contigo. Que moriste de muerte natural a los 98 años y pico, porque cuando se tiene esa edad lo más natural es morirse; y que todo lo que propuse para mejorar nuestra risión, suena a delirio, porque los actores que propongo no están dispuestos a esa entrega que les ganaría el cariño de toda la población. Lástima, porque nunca volverán a existir actores con tan buena madera.

Muy bufo y con bufanda,

Ramón

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