www.cubaencuentro.com Domingo, 02 de enero de 2005

 
Parte 2/3
 
Carta a la Materva
por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona
 

Por un lado tenemos el grave problema de esos tres quintos que no acceden a la sanidad básica. No seré mal pensado imaginando que quizá no saben dónde radica. Tal vez no sepan cómo trasladarse al lugar, por lo que, si mezclamos al tercio que no tiene agua potable con los anteriores, y los ubicamos en las orillas de los grandes ríos, como el Amazonas, el Quibú, el Nilo, el Támesis, el Cauto y el Mississippi, lo de la sanidad básica se resuelve con un barco que vaya recorriendo sus viviendas para ver cómo amanecieron de salud esa mañana. Aunque sabiendo que son pobres, primero habría que ver si amanecieron. Eso me lleva a la conclusión de que para que un país no tenga tantos pobres debiera rotarlos. Si la misma ONU quisiera, inventaría un plan de viajes y los pobres estuvieran todo el año conociendo mundo. Lo digo porque no es lo mismo ser pobre en Burkina Fasso a que te den un chance de ejercerlo una temporada en Boston. Algo de cultura se les pegaría, con lo cual continuarían sin un centavo, pero nadie pudiera acusarles de pobres de espíritu.

Enviando para la orilla de un río al tercio que no tiene agua potable, resolvería también lo del cuarto que no tiene cuarto, ni vivienda apropiada. Para ser pobre hay que tener un serio sentido de la renuncia, y así se evitarían muchos traumas que no hacen más que impulsar a los pobres a la delincuencia. No es lo mismo recordar que uno fue pobre por ahí, rodando por el mundo, en una esquina bonita, a tener ubicación. Qué recuerdos tan malos cuando uno pase ya de grande por un lugar y le diga a sus hijos: "Miren, en esa casita fui pobre mucho tiempo".

Otro dato que podía resolver —y tampoco lo consulto con el Yolo ni con Kofi— es que "el valor total de las propiedades de las tres personas más ricas del mundo es mayor que el producto nacional bruto sumado de los países menos desarrollados del mundo donde viven 600 millones de seres". ¿Qué me dicen? ¿No está claro? Lo primero es que suena feo eso de las "tres personas más ricas", que no es lo mismo que denominarlas "las más sabrosas". Nadie debiera ser tan, pero tan rico, que luego el producto interior de los países suene bruto. Pero si nos ajustamos a la matemática, y les damos 200 millones de pobres a cada uno de esos tres grandes ricos, ya iremos despejando el panorama. Siempre que esos millonarios tengan agua a mano, vivienda para que quepan y la sanidad básica de la que se decía que carecen. Posiblemente sea nocivo darles tantos pobres a la vez durante tanto tiempo. Ahí entraría el sistema de rotación que propongo. Y, mientras, los demás pobres que no tienen ni sanidad, ni vivienda, ni llegan al quinto grado, podrían irse entreteniendo y nutriendo si beben Materva, que era, en Cuba, lo que ingerían los menos afortunados, hasta que llegó uno a hacer menos afortunado a todo el mundo y se perdió ese refresco sublime.

Claro que esa idea de sonarle a los más ricos una desmesurada cantidad de indigentes tiene sus inconvenientes. La cercanía de los ricos suele alebrestar a los pobres, y entonces les da por querer ser ricos, sin tener en cuenta de que lo de ser pobre es una carrera seria, y una vocación sagrada. Ahí comienzan las invidias, las roñas, las salaciones y los hurtos, y así no se puede vivir. Mi abuela siempre me decía que: "pobres, pero decentes", aunque hay gente inconformista que no acepta ejercer con alegría su destino.

La idea de la tutela no es mala, teniendo en cuenta de que los ricos esos suelen poseer piscinas de grandes dimensiones, y ello aliviaría el problema del agua potable. Pero esa idea merece taller. Y lo del taller me recuerda que cuando los pobres se hacen proletarios se complica la cosa. Un proletario enseguida está pensando en cosas malas, como hacer huelgas. Y las huelgas son un pretexto para no trabajar. Entonces, si no se trabaja, nunca se sale de pobre, y tampoco alcanza para comprar Materva, digo yo.

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