Los paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) comenzaron el proceso de desmovilización de algunos de sus efectivos, lo que podría representar un atisbo para poner fin al ciclo de violencia que vive ese país suramericano desde hace algunas décadas.

Líder paramilitar Castaño: ¿Convicción o conveniencia?

El pasado 26 de noviembre se produjo la entrega de 855 paramilitares en Medellín, hecho interpretado por algunos como un paso hacia la paz en Colombia. Sin embargo, defensores de los derechos humanos afirmaron que el proceso fracasará si se mantienen las desigualdades sociales y el desempleo.

La entrega de armas por parte de los integrantes del Bloque Cacique Nutibara de las AUC, que controlan los barrios marginales de la "Comuna Nororiental", fue calificada como "un paso importante" por el Ejecutivo y los paramilitares, que llevan un año negociando.

El gobierno espera desarticular en los próximos dos años a los escuadrones paramilitares de las AUC, fundados hace 22 años para combatir a los grupos guerrilleros de izquierda y que cuentan hoy con 13.000 miembros.

Según un comentario publicado días atrás en el influyente diario colombiano El Tiempo, sobre lo ocurrido en Medellín: "Hay que reconocer que este acto protocolario y formal fue un intento de demostrar la intención de desmovilizarse que tienen los principales dirigentes de los grupos paramilitares, afectados por la fatiga de guerra. Pero también devela que esa intención de abandonar las armas no llega hasta aceptar la desmovilización a cualquier precio, sino en condiciones que buscan garantizar que sus enemigos mortales —las guerrillas— no tomarán ventaja militar ni jurídica. Y este razonamiento nos conduce a aspectos que serán el origen de algunos de los problemas más complicados para el avance de las conversaciones con el gobierno".

Ante todo, es preciso dejar bien sentado que estos grupos paramilitares fueron responsables de múltiples asesinatos de colaboradores de la guerrilla, en algunos casos campesinos que se veían obligados a hacerlo, y por lo tanto, no son ningunos angelitos.

Entonces, ¿cuáles son las razones que llevan a los paramilitares a este proceso de desmovilización?

Algunas hay que buscarlas en los mismos orígenes de este tipo de fuerzas, que decidieron luchar contra las guerrillas de izquierda debido a la pasividad de los gobiernos colombianos.

El padre de Carlos Castaño, uno de los principales líderes de las AUC, fue secuestrado por los guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y, cuando pagaron el rescate, se encontraron con que ya había sido asesinado por la guerrilla.

Tampoco puede olvidarse que bajo el reciente mandato del ex presidente Andrés Pastrana, se le entregó a las FARC un territorio —casi del tamaño de Suiza—, que convirtieron en un Estado dentro del Estado colombiano.

Lejos de llevar a cabo una seria negociación para el proceso de paz, los guerrilleros de las FARC utilizaron este espacio para entrenar a nuevos reclutas y probar nuevas armas de exterminio masivo. En este último caso con la asesoría técnica de algunos elementos del Ejército Republicano Irlandés (IRA), que hoy se encuentran presos en Colombia.