Aunque esos hechos no tienen justificación alguna, se debe tomar en cuenta que esos fueron momentos muy confusos en Venezuela. Las informaciones contradictorias iban y venían, nadie sabía a ciencia cierta qué estaba pasando en realidad. Una de las informaciones más graves corrió a cuenta del general Hernán Rojas Pérez, quien afirmó que francotiradores cubanos actuaron en los sucesos del 11 de abril de 2002.
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Sucesos de abril de 2002, Embajada de Cuba en Venezuela. |
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La embajada cubana, mediante un comunicado, negó haber concedido asilo a funcionarios chavistas. El texto aseguraba que "aun cuando nadie ha podido, ni podrá mostrar a un sólo cubano en tales intromisiones, se insiste en la calumnia del presunto suministro cubano de armas, tropas, espías, francotiradores, entrenadores militares y guerrilleros, o milicianos disfrazados de profesionales del deporte y la salud".
Desde La Habana, el ministro de Relaciones Exteriores, Felipe Pérez Roque, denunciaba la situación de acoso que vivía la embajada cubana, en Caracas. "Nuestro personal diplomático tiene orientaciones y la total disposición de, si penetran en la sede diplomática cubana, defender la misma, aun al costo de sus vidas", advertía el canciller.
La negociación
En Caracas, la situación seguía tensa. Un momento de gran expectación se produjo cuando llegó a la misión cubana, Henrique Capriles Radonsky, alcalde del municipio de Baruta, donde se encuentra situada la legación. Las cámaras mostraron cuando el joven alcalde trepaba por una escalera hacia el interior de la embajada. Capriles ha reiterado que entró a solicitud del embajador cubano, quien le dijo que no podía abrirle la puerta, por temor a que los violentos que estaban afuera penetraran en el recinto. La televisión mostró al embajador y al alcalde conversando civilizadamente. El funcionario cubano le explicó que "ningún embajador acepta que se revise su territorio, y este es el territorio cubano, para dudar de la palabra de esa persona que representa ese pueblo".
En otro momento, las cámaras mostraron a Sánchez Otero hablando por teléfono con su homólogo noruego, quien trataba de mediar en la situación. El diplomático cubano le dijo a su colega que "no había problemas, que la situación se iba a resolver entre hermanos". A su salida de la sede cubana, el alcalde de Baruta intentó convencer a los manifestantes de que no podía requisar la embajada, como querían algunos, porque sería violar la Convención de Viena que otorga inmunidad a las sedes diplomáticas. Sus palabras no fueron escuchadas. Los presentes se mantuvieron apostados en las afueras de la misión exigiendo la salida de los chavistas.
También entró a la embajada monseñor Baltasar Porras, presidente del Consejo Episcopal de Venezuela, quien declaró a la prensa "que era inaceptable que ocurrieran esas acciones ante una representación diplomática". El embajador cubano aprovechó la oportunidad para negar nuevamente que existieran venezolanos refugiados en la misión. Aseguró que el personal diplomático cubano defendería la sede si la turba intentaba entrar en ella.
Durante la crisis del 11 al 14 de abril de 2002, en Venezuela, los cubanos del servicio diplomático fueron los que llevaron la peor parte. El resto del personal destacado en este país no corrió peligro, lo cual se deduce de las declaraciones del canciller cubano Felipe Pérez Roque. "Allí en este momento hay 1.043 colaboradores civiles cubanos: entrenadores deportivos, médicos, personal paramédico y trabajadores y técnicos, de otras ramas de la economía y los servicios (…) Las noticias que tenemos son de que ese personal está seguro, está con comunicación permanente con sus jefes, y con la embajada cubana en Caracas. Nosotros desde aquí, desde La Habana, también mantenemos el contacto. Están ubicados en lugares seguros, se han ido agrupando, y en este momento no creemos que ese personal, la mayoría del cual no está en Caracas, sino en el interior del país, sufra algún daño". |