www.cubaencuentro.com Lunes, 06 de septiembre de 2004

 
  Parte 4/4
 
Familia de naciones
Una historia de las transiciones: La Europa del Este en su intento por desmontar la construcción mental creada en la era post-Yalta y por el Muro de Berlín.
por JUAN F. BENEMELIS, Miami
 

Una Europa artificial

Con la destrucción del Imperio Austriaco en 1918, Europa Central extravió su sentido de esencia política y de base territorial. Tras 1945 cesó de existir como ente cultural, porque ya en Auschwitz había perdido su alma al borrarse del mapa a la nación judía.

Si bien la desaparición del hogar cultural de Europa Central, a manos del Ejército Rojo, fue el hecho más trascendente del siglo para toda la civilización de Occidente, esta partición de Europa que unía a la supuesta porción eslava (incluidos húngaros y rumanos, en nada eslavos) pareció casi como una solución natural. Por eso, la mayor tragedia no fue que los países de Europa del Este se desvanecieran del mapa europeo, sino que tal anulación permaneciera invisible para Occidente.

Con la Guerra Fría se englobó, bajo la geomorfología de Europa "del Este", a todo el centro, centro-oriental y sur-oriental. Más que una voz geográfica, Europa del Este resultaría entonces una expresión política, al aceptarse "para siempre" su asiento en la órbita de poder del gigante oriental soviético, reconocerse como concluyente la división del continente y adjudicarse sin reservas, la parte occidental, el nombre de Europa.

Una Europa sintética, truncada y artificial, la de la Comunidad Económica, que excluía a Praga y Budapest, a su amada Cracovia y a las marismas de Pripet, a las tierras primitivas de Ucrania y de la Rusia Blanca, y a las cúpulas de Zagorsk.

Este territorio ha sido definido por la herencia del socialismo con sus Estados débiles de economías exportadoras e instalaciones industriales obsoletas, su burocracia mezquina que señoreaba una mano de obra barata y recepcionaba turismo y capital, en especial el alemán. Así, en la transición a la democracia, la otrora Europa del Este busca recuperar su vieja condición de Europa Central con los países del Báltico: Belarús, Moldova, Ucrania, Grecia, ¿Rusia?, como los integrantes de la verdadera Europa del Este.

El húngaro György Konrad lo ha expresado brillantemente en su Antipolitics: "La desdicha histórica quiso que Europa centroriental no lograra independizarse luego del derrumbe de la hegemonía tártaro-turca-oriental y la siguiente preeminencia germano-austriaca occidental y que una vez más cayera bajo una hegemonía oriental, esta vez de tipo ruso-soviética. Esto es lo que ha impedido que nuestra zona se decidiera por la opción occidental ejercida desde hace un milenio, aun cuando ésta representa nuestra inclinación histórica más profunda".

Por décadas, la seguridad soviética implicó la inseguridad para otros; sin embargo, la ironía de la historia fue que la zona de protección euro-oriental creada por el Kremlin, se transformó en una fuente constante de inestabilidad que precipitó la Guerra Fría y provocó la carrera armamentista con Occidente. El armamentismo y el militarismo resultaron la piedra de toque de todo este imperio soviético y sus Estados clientes. En los 34 países que en un momento específico se transmutaron en regímenes de orientación marxista, la concentración de soldados por habitantes era el doble de la del resto del mundo.

Décadas de olvido, de acusaciones de diversionismos, purgas, campos de trabajo forzados, farsas judiciales, fusilamientos y deserciones no bastaron para destruir la imagen febril y lúcida de aquellos revolucionarios humanistas que se enfrentaron a la utopía comunista, a Vladimir Ilich Lenin, Stalin, Mao Tse Tung, Nicolás Ceaucescu.

Intelectuales como Konrad y Milán Kundera se han dado a la tarea de reinsertar, en la noción de Europa, a la "del Este"; no sólo para reivindicar el pasado, sino para construir el futuro. Y es necesario, pues según Konrad, es una manera de desmontar la construcción mental creada en la era post-Yalta y por el Muro de Berlín.

1. Inicio
2. El experimento...
3. Poderosamente...
4. Una Europa...
   
 
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