Nunca antes una contienda presidencial ha sido más agresiva, insultante. Pareciera que, en cualquier momento, el republicano y el demócrata se halarán de los pelos. Pero no, tienen que sonreír (discretamente): la ecuanimidad, la elegancia y la caballerosidad generan votos.
Los tres debates son una muestra de algunas contradicciones y muchas coincidencias. Para la guerra, Bush prefiere la acción; Kerry, la negociación. Pero ninguno contempla el retiro de las tropas de Irak, porque —más allá de las circunstancias que la engendraron— esta guerra forma parte del gran proyecto de Estados Unidos para la democratización mundial.
¿Dios de por medio?
Ninguno de los dos candidatos pondría en peligro la solidaridad con Israel, no por quedar bien con el lobby judío, sino porque ambos, o al menos sus potenciales electores, se identifican con la tierra prometida. Al fin y al cabo, América también es tierra de promisión. Dios está en la moneda, en los tribunales; el presidente jura su cargo sobre la Biblia.
El presbiteriano Bush cree que la nación americana es religiosa por naturaleza, que la religión debe dictar las conductas personales, familiares y políticas. Hace poco alguien le gritó en un mitin: "que Dios te bendiga" y contestó: "ya me bendijo".
Ante el aborto, las investigaciones con células madres y el matrimonio homosexual; ante todo aquello que ofenda la moral cristiana, Bush es intransigente. Lo que explica que los bautistas sureños, intolerantes religiosos, lo apoyen incondicionalmente. Kerry, católico moderado, propugna una mayor separación entre las iglesias y los asuntos públicos. Y calla (estratégicamente) ante el aborto. Sobre la problemática gay, arguye salomónicamente: "Todos somos hijos de Dios". De ahí que las grandes ciudades como Nueva York, Chicago, Los Ángeles, San Francisco, lo sigan.
Bush gana entre los conservadores. Kerry entre los liberales (en su acepción norteamericana). Para la política estadounidense, Bush es la derecha (para algunos la extrema derecha), Kerry la izquierda (una "mala palabra" que recuerda el comunismo). Frente al fundamentalismo islámico, Bush representa el fundamentalismo cristiano, aunque niega "La Nueva Cruzada", para no alborotar el panal: cuatro millones de musulmanes viven en Estados Unidos.
Los dos provienen de la clase alta. George W. Bush pertenece a una dinastía política. Su abuelo fue senador, su padre presidente y su hermano es gobernador de Florida. El padre de John Kerry fue un alto funcionario del Departamento de Estado, vivió en varios países y envió a su hijo a un internado en Suiza. Ambos son licenciados de la aristocrática Universidad de Yale. Bush fue gobernador de Texas. Kerry fue senador por Massachussets. El presidente sirvió como piloto en la Guardia Nacional Aérea. Kerry fue un héroe de Vietnam que, al regreso a casa, se declaró pacifista y arrojó sus medallas ante el Capitolio (ahora aclara que fueron sus listones). Ambos, ni que decirlo, son millonarios. No les duele el bolsillo. |