Los serbios, los croatas y los eslovenos eran los llamados eslavos del sur, que en un momento histórico arribaron a la península. Los eslovenos y croatas eran católicos romanos, que heredaron una tradición que se remontaba al imperio austrohúngaro y la Roma occidental.
Los eslovenos habían vivido en unión con Austria (y la cultura germánica) desde la Alta Edad Media. Los croatas estaban vinculados a Hungría desde el siglo XI (Croacia fue uno de los más antiguos reinos europeos), mientras Serbia había estado durante 500 años bajo el yugo otomano. Los serbios estarían afiliados a la ortodoxia oriental y son los herederos de la civilización bizantina-otomana, un legado de la Roma del oriente. En el siglo IX los serbios abrazaron la fe ortodoxa, y el reino prosperó, al punto que para el siglo XIV era el centro de un Estado con asiento en Kosovo.
Una historia de las transiciones |
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En cierto sentido, el Oriente Medio comienza en las inmediaciones de Hungría y Rumania. Por tal razón, parte del antiguo bloque de países comunistas de la llamada Europa oriental y las repúblicas asiáticas forman parte del clásico Oriente Medio. Los Cárpatos dividían a Roma de Bizancio y a los Habsburgos de los sultanatos turcos. Los Cárpatos evitaron que los mongoles de Gengis Kan se tragaran la "península" europea y, a la vez, detuvieron el posterior avance hacia Asia de la cultura europea: la arquitectura romanesca y gótica, el renacimiento y la reforma. Al norte y al oeste de los Cárpatos se ubicaría lo que fue el imperio austrohúngaro como el confín de la Europa occidental.
Caminos de la historia
Para el siglo XIV, los ejércitos otomanos atravesaron Bulgaria para llegar al Danubio, y luego confrontar a una Serbia en pleno apogeo expansionista, que amenazaba con reemplazar a Bizancio como el imperio del Este. En 1448 tuvo lugar la decisiva batalla de Kosovo, en la cual los turcos otomanos aplastaron a los húngaros, y tres años después caía Constantinopla. Los dos siglos siguientes, los Balcanes —ya otomanos— escalaron el esplendor bajo la mano, ora cruel o tolerante, de los sultanes.
En 1529, los turcos, plantados ante los muros de Viena y ya listos para asestar el golpe mortal sobre el reino austriaco, retiraron sus ejércitos para enfrentar otra amenaza en Asia. De no ser por este hecho fortuito, tras el derrumbe austriaco, el imperio de Carlos V hubiese sido arrollado militarmente por los sultanes, concluyéndose la islamización de toda Europa. Para el siglo XIX, la "Puerta Sublime" dejaba de ser un contrincante en el escenario mundial.
El imperio turco prácticamente no tuvo que forzar su dominio en el sureste europeo, sino que lo hizo por gravedad geográfica y cultural. Las actuales Grecia y Turquía (antiguas Peloponesio y Anatolia) estuvieron fusionadas por milenios, y su división data apenas un siglo, tiempo insignificante para quebrar esta natural tendencia. Fue sólo con la "doctrina Truman" —una ayuda de 10.000 millones de dólares en la década de 1940— que Grecia se "occidentalizó".
Así, para Estambul —a horcajadas entre dos continentes— con mucha razón el Oriente Medio comenzaba en los Balcanes (Bosnia, Serbia, Rumania, Macedonia, Bulgaria y Grecia) y la línea divisoria con Europa la trazaban los montes Cárpatos, en las satrapías de Valaquia, Serbia y Bulgaria, lugares que aún se hallan menos desarrollados que las norteñas Transilvania, Croacia y Hungría. Esta región nunca sería parte de la cultura y la geoeconomía de Europa occidental, central o eslava, sino que estaría enlazada con Turquía, con el Cáucaso, con el Oriente Medio.
El 'problema oriental'
Para el mundo exterior, la península de los Balcanes es como una tierra olvidada, de aldeas campesinas medievales, feudos y clanes, conspiraciones y asesinatos. Si después de todo el mundo moderno nació allí, con un acto de nacionalismo tras el asesinato del heredero del trono austriaco, para Europa, esta área ha sido un laberinto político en la cual los grandes poderes han cometido la imprudencia de inmiscuirse sólo para perder su rumbo.
En 1815 Serbia obtuvo la autonomía de los turcos. Con la guerra de Crimea (1853-1856), Rumania alcanzó su unidad y, finalmente, en 1861, su independencia. En 1876 tuvieron lugar las masacres contra los búlgaros, las revoluciones en Bosnia-Herzegovina, y la guerra de Serbia y Montenegro contra los turcos. En este cuadro los rusos irrumpieron en la querella en defensa de sus primos eslavos, derrotando a los turcos en 1878. Con ello tuvo lugar la creación de la Gran Bulgaria como satélite de Moscú. |