El presidente argentino Néstor Kirchner comienza este martes su segundo año en el poder, tras conseguir un 8,7% de expansión de la economía, pero con la posibilidad de que el crecimiento ya no juegue a su favor.

La celebración del primer año del mandato de Kirchner coincide con la principal fecha patria de Argentina; el 25 de mayo de 1810 comenzó a gestarse lo que después sería la independencia de la corona española.

En 2003 pocos argentinos celebraron. El país sufría la peor crisis económica de su historia, y el acontecimiento del día era la asunción del nuevo presidente.

Durante su primer año, el peronista Kirchner logró una gran popularidad y entusiasmó a la población con un discurso anticorrupción. Sin embargo, la actual turbulencia en los mercados, la escasez de gas que ya golpeó a la industria en abril, y la intrincada situación política de su partido completan un cuadro exigente para el presidente, según Reuters.

El deterioro de los indicadores económicos en Brasil, principal socio de Argentina, y el límite en materia de capacidad productiva al que llegaron muchas industrias en momentos en que, según analistas, no hay una fuerte corriente de nuevas inversiones, son parte de ese cambio. También, la caída en el precio de la soja, que fue la principal fuente de ingresos de divisas en el 2003.

Kirchner deberá mover sus piezas en una Argentina que tiene un desempleo del 14,6% y a la mitad de los 36 millones de habitantes en la pobreza. "El trabajo es el principal problema", reconoció el mandatario en una entrevista que publicó el domingo el diario Clarín.

El presidente asegura que saldar la "deuda social interna" es su principal objetivo, lo que se opone a los intereses de los acreedores de los 88.000 millones de dólares de incumplida deuda pública, cuya reestructuración el gobierno espera negociar antes de fin de 2004.

Desde que asumió, Kirchner aseguró que sólo devolvería un cuarto de la suma que Argentina debe. Cualquier retroceso en su postura sería visto por los argentinos como un enorme paso hacia atrás.

"Cuando veo que debemos el 170% del Producto Bruto Interno, que no hay crecimiento que alcance para hacer frente a tantas obligaciones, es difícil no tener algún dolor de cabeza. La demanda es permanente", dijo Kirchner.

Otro posible dolor de cabeza son los aumentos de tarifas que piden las empresas de servicios públicos para el año próximo y que, de darse, podrían erosionar la imagen del presidente.

Kirchner recibe también presiones dentro de su propio partido. Cambios en la ley que reparte impuestos federales a los distritos han nublado las relaciones con algunos gobernadores peronistas del país.

Según reveló la firma Carlos Fara, para los ciudadanos de Buenos Aires y sus suburbios, la popularidad del presidente sigue siendo alta, pero cayó 18 puntos entre diciembre y la semana pasada. Otro análisis, de la firma Ricardo Rouvier, publicado este lunes, arrojó que Kirchner sigue siendo el político más popular del país, pero no puede dormirse en los laureles.

Los vientos de cambio en la postura hacia el mandatario se reflejan en los medios de comunicación y en los humoristas, que en un principio respetaron más de lo usual a la figura presidencial.

Los expertos sostienen que Kirchner dio a los argentinos en su primer año de gobierno lo que necesitaban: un país más estable tras los agitados días del 2001 y una mejoría en la economía.

"Que le haya ido bien tiene mucho que ver con la economía. Esa sensación de gobernabilidad y fortaleza presidencial, que no es menor, probablemente empiece a ser descontado desde ahora", dijo Sergio Berensztein, analista político.

"Ahora se trata de lo que el presidente no tiene. Lo que tiene, ya es beneficio de inventario pero ya no le va a seguir dando crédito político", agregó.