Un 60% de los iraquíes habría acudido a votar en las históricas elecciones de este domingo, a pesar de los ataques de insurgentes que dejaron más de 35 muertos y un centenar de heridos.

La masiva afluencia a las urnas, según las cifras oficiales, ha provocado los elogios internacionales y los llamados a que los sunitas, que durante el gobierno de Sadam Husein detentaban el poder, sean tenidos en cuenta.

Los votantes, algunos de ellos jubilosos, otros escondiendo sus rostros con temor, depositaron sus votos en un número mayor a lo esperado en las primeras elecciones multipartidistas en medio siglo, informó Reuters.

"Es un momento histórico para Irak, un día en el que los iraquíes pueden mantener la cabeza alta porque están desafiando a los terroristas y comenzando a escribir su futuro con sus propias manos", dijo a periodistas el primer ministro interino, Iyad Allawi, tras depositar su voto en un centro ubicado dentro de la fortificada Zona Verde.

Los votantes exhibían tinta azul en uno de sus dedos, el método utilizado por las autoridades para evitar el fraude con la emisión de más de un voto por la misma persona.

Al principio, las autoridades calcularon una participación del 72%, una cifra que posteriormente rectificaron para decir que había sido de aproximadamente el 60%.

El gobierno interino había fijado por objetivo conseguir al menos el 50% de participación para considerar exitosa la votación. Dado que los observadores internacionales no estaban en los centros por temor al secuestro, fue imposible asegurar que los comicios fueran justos, o válidas las cifras de participación.

En zonas chiítas y kurdas se esperaba una participación de entre el 90 y el 80%, respectivamente.

La mayoría chiíta en Irak, que alcanza al 60% de la población, sufrió la opresión durante décadas bajo el régimen de Sadam y se espera que gane la mayoría de los votos para un parlamento de 275 escaños.

Los kurdos, que suman cerca de un quinto de la población iraquí, quieren un resultado favorable, que les permita consagrar su autonomía en el norte del país.

En zonas del bastión sunita, donde la insurgencia ha sido más sangrienta, algunas calles y colegios electorales estuvieron desiertos.

Los extremistas atacaron principalmente Bagdad, sacudiendo la capital con nueve explosiones consecutivas. El grupo de Al Qaeda en Irak se atribuyó la responsabilidad de los atentados para los que fueron utilizados unos diez suicidas, entre ellos un sirio y un checheno.

El peor ataque se registró cuando un hombre con explosivos atados a su cuerpo se inmoló en la cola de un centro electoral en el este de Bagdad, matando a seis personas, dijo un portavoz.