www.cubaencuentro.com Miércoles, 23 de julio de 2003

 
  Parte 1/4
 
¿Por qué no a la izquierda socialdemócrata?
Manuel Cuesta Morúa, Secretario General de la Corriente Socialista Democrática Cubana, argumenta las causas por las que, en su opinión, el gobierno de la Isla excluyó a su organización de la ola represiva.
 

El título es anfibológico, al menos en español. Leído con rapidez parece indicar al mismo tiempo dos cosas: que alguien está diciendo "no" a la izquierda socialdemócrata cubana, o que algo "no ha sucedido" con ella. Y lo primero es exactamente lo que está sucediendo en algunos círculos, porque ha pasado exactamente lo segundo.  Este artículo quiere responder a ese desafío anfibológico.

Policia
Ola represiva: ¿izquierda o derecha?

La oleada represiva que comenzó puntual y meticulosamente el 18 de marzo del presente año —la más intensa sufrida por la oposición pacífica cubana en toda su historia— no arrastró consigo a ningún miembro, mujer u hombre, de la izquierda socialdemócrata "institucionalizada". Ni en su liderazgo, ni a sus más desconocidos activistas. Y dicha oleada no sólo no nos arrastró; tampoco pasó por nuestras puertas. Ni en la ida ni en el regreso.

¿Por qué? Pregunta pertinente, natural y lógica… a primera vista.

Es el gobierno cubano el único que puede responder, aproximadamente, a esta pregunta. Sería interesante saber de boca de voceros autorizados su versión por esta omisión represiva. Mis respuestas, lógicas en algún grado, tienen que ver más con el análisis político, con la complejidad de la sociedad cubana y con las consecuencias de algunas de nuestras posiciones. Posiciones que para algunos no son, por cierto, relevantes en el debate político de nuestro país.

Suponiendo que seamos tomados en serio: como mujeres, hombres y jóvenes que quieren y luchan por la democracia, el respeto de los derechos humanos y los cambios pacíficos en Cuba, y asumiendo que toda acción política requiere —sobre todo la represiva— de algún pretexto de legitimación (todo pretexto pretende ser una excusa legítima y legitimable), podría fácilmente captarse la primera razón de por qué la izquierda socialdemócrata permanece intacta. Hasta ahora.

El saco abierto por el gobierno para arrojar dentro a la oposición democrática y pacífica fue muy estrecho para la izquierda democrática. Si las autoridades hubieran dicho: vamos a detener, enjuiciar y condenar severamente a toda esta gente por asociación o reunión ilícitas, clandestinidad de impresos o simplemente porque son demócratas y defensores de derechos humanos, tendría más lógica la pregunta de: ¿Y qué hacen los socialdemócratas en la calle?

Pero no. Las autoridades se empeñaron en justificar su represión, al más alto costo político, en términos de seguridad nacional. No utilizaron para ello el viejo código penal estalinista. Emplearon un código estalinista más  actualizado. Según esta justificación, penalmente codificada de una manera escandalosa para la jurisprudencia más reciente, los 75 activistas pro derechos humanos y periodistas independientes presos estaban conspirando con poderes extranjeros —estadounidenses en este caso— para desestabilizar y derrocar al gobierno.  ¿Es cierto esto? Según la evidencia pública, no. Lo que pone al descubierto las profundas motivaciones antidemocráticas de este blietzkrieg político.

Sin embargo, si la comunidad internacional y la oposición dentro de Cuba no creímos en las justificaciones expresadas por el gobierno cubano, éste sí necesitó y necesita asumir con pública coherencia su propia justificación. ¿Para qué?  Para poder justificarse y hacer creíble el hecho de que, al menos, se justifica. De lo contrario tendría que hacer lo que no hace ningún gobierno: reconocer que no hay distinción entre actos políticos racionales y actos políticos irracionales y decir hacia dentro y hacia fuera: "sí, he sido sorprendido in fraganti. Es cierto que he condenado a un hombre a 28 años de privación de libertad por exigir cambios democráticos". Lo cual es verdad, pero no lo parece.

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