www.cubaencuentro.com Martes, 13 de enero de 2004

 
  Parte 1/2
 
La transición manipulada
¿Quiere La Habana una verdadera batalla de ideas? La propaganda oficial intenta retrasar la toma de conciencia de los cubanos sobre los cambios necesarios para la democracia.
por ROBERTO LOZANO, Miami
 

Amparados en la falsa seguridad que les otorga el monopolio de la fuerza bruta, utilizando todo su arsenal propagandístico, los voceros del gobierno cubano presentan el proceso de transición hacia el capitalismo democrático como un "camino hacia el infierno".

Fidel Castro
'Ahora sí vamos a construir el socialismo'. ¿Cuál y cómo?

Los principales argumentos del régimen pueden resumirse fácilmente: en la Isla ya tuvo lugar una transición del capitalismo hacia el socialismo y el proceso inverso no ocurrirá. El modelo cubano es sui generis y, por tanto, no adolece de los males que dieron al traste con el "modelo estalinista" en Europa del Este. Los problemas sociales que afrontan los países ex socialistas exponen el gran error que cometieron al aceptar la transición. Y, finalmente, de ocurrir un proceso similar en Cuba, traería consigo una venganza sangrienta por parte del exilio y el consiguiente despojo de los cubanos de la Isla.

Aunque La Habana aduce que la transición hacia el capitalismo es innecesaria, la realidad es que dicho proceso ya comenzó. Lo que teme la élite en el poder es la transición hacia un capitalismo de mediana y pequeña propiedad en el marco de un régimen liberal, pues ello daría al traste con los injustos privilegios que disfruta como usufructo de su monopolio político. El gobierno sabe muy bien que el totalitarismo de inspiración marxista no tiene futuro, pero no puede admitirlo. Con lo cual pretende continuar avanzando en la "construcción del socialismo", aunque se dedique a edificar un fascismo corporativista.

Por otro lado, no es cierto que el "socialismo cubano" sea sui generis. De serlo, ello implicaría que su evolución no responde a las mismas leyes que regulan los demás procesos políticos y económicos, y que su permanencia está asegurada. Sin embargo, el castrismo comparte la mayoría de las características del totalitarismo con otros regímenes "socialistas" de inspiración marxista del pasado y del presente, lo que le otorga muchas ventajas —entre ellas su capacidad para reprimir—, pero también lo hace vulnerable a un cambio de sistema por su ineficiencia económica y su manifiesta ilegitimidad.

Todo régimen totalitario está sujeto al peligro potencial y permanente de una rebelión interna en dirección a la libertad, y nada ni nadie puede excluir al castrismo de esa posibilidad. Querer espantarla arguyendo supuestas peculiaridades contraviene la historia reciente, prolífica en movimientos antitotalitarios.

Adicionalmente, el continuo realce de los errores de las transiciones a expensas de sus éxitos, denota una clara intención manipuladora. Aunque los países del este europeo enfrentan la solución de candentes problemas sociales, ya superaron muchas de las taras heredadas del modelo totalitario que Cuba padece, entre ellas la escasez crónica y la falta de libertad.

En la mayoría de estas naciones las encuestas de opinión pública demuestran que la población está satisfecha por haber abandonado el modelo de inspiración marxista y no desea, a pesar de las dificultades, regresar al pasado. Es errado querer juzgar el resultado de estos procesos sin hacer un balance de los beneficios y las dificultades y, hasta ahora, a pesar de las alegaciones contrarias, el saldo es positivo.

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