www.cubaencuentro.com Martes, 13 de enero de 2004

 
  Parte 1/2
 
El banquete de la venganza
Fidel Castro y el protopadre. El que gobierna como patriarca de una horda siempre está a la espera del parricidio.
por MIGUEL CABRERA PEñA, Santiago de Chile
 

En su ensayo La estructura libidinal del dinero, Horst Kurnitzky vuelve sobre temas muy gratos al psicoanálisis. Sin duda, uno de los más interesantes es aquel donde Freud parte de la horda darwiniana para explicar no sólo el complejo de Edipo —a quien, por cierto, Sófocles copió de un faraón egipcio—, sino para sustentar al naturalista inglés en cuanto a que el individuo en su desarrollo psíquico rehace el proceso evolutivo de la especie. El tema ofrece un vasto campo a la ciencia, y la especulación.

Ochoa
General Ochoa: Hijo de Saturno.

No hay que ser un observador puntilloso para percibir que a Fidel Castro, sobre todo en sus años maduros y de ancianidad, se le intenta construir como un padre, algo a lo que él mismo ayuda fervorosamente. El comandante "enseña" en sus discursos de maratón, ilustra y da la impresión que protege, cuando en realidad vigila. Es una práctica muy frecuente que los cubanos, al agradecerle un favor —lo que no suele ser más que el cumplimiento de un derecho—, le llamen padre, en la prensa por supuesto. Raúl Castro le ha promocionado también, públicamente, como "el padre de todos nosotros".

Pero un progenitor con tantos hijos obliga a recordar al protopadre de la horda, centro de numerosos debates, sobre todo en una ciencia tan plural como el psicoanálisis, que Jacques Lacan quería como el pivote de la libertad de los estudios humanos.

Este protopadre en la pequeña horda era un ente dominante, "un macho de cierta edad", que se apropiaba de todas las hembras y castigaba o mataba a machos jóvenes, incluidos sus propios hijos, dice Freud en Moisés y la religión monoteísta. Pero no son estos últimos ángulos, obviamente tremendistas, los que auspiciarían un paralelo entre los tiempos originarios, su organización social y los días que corren.

Todo parece indicar que aquel padre temía una rebelión de los hijos, que al final se aliaron en su contra, lo dominaron, derrotaron y comieron. El poder del padre estaba destruido y se instauraría un clan fraternal, solidario, una revolución de alborada, con base en el matriarcado. Semejante parricidio se representaría una vez al año, en un banquete donde al padre o tótem, sin que dejara de reverenciársele, se servía en forma de un animal, donde ningún miembro podía abstenerse de probarlo. El animal totémico cedería lentamente, y luego de incontables avatares, su plaza al Dios, al cabo un Dios único.

Con base en la necesidad de exogamia, el parricidio, repetido solemnemente, se convertiría en el origen del orden social, las leyes morales y la religión. El ente hegemónico de la horda volverá a ser cabeza de familia, pero sin la omnipotencia del protopadre.

1. Inicio
2. En el misterio...
   
 
EnviarImprimir
 
 
En Esta Sección
Trucos de equilibrista
MICHEL SUáREZ, Madrid
Fábrica de enfrentamientos
ENRIQUE COLLAZO, Madrid
La transición manipulada
ROBERTO LOZANO, Miami
Editoriales
Sociedad
Cultura
Internacional
Deporte
Opinión
Desde
Entrevista
Buscador
Cartas
Convocatorias
Humor
Enlaces
Prensa
Documentos De Consulta
Ediciones
 
Nosotros Contacto Derechos Subir