www.cubaencuentro.com Martes, 13 de enero de 2004

 
   
 
Leer entre líneas
Si se habla de sequía, no habrá boniatos. Si se informa sobre el alza del petróleo, habrá que comprar velas. El metalenguaje (y su lectura) de los medios de prensa de la Isla.
por JOSé H. FERNáNDEZ, La Habana
 

La publicación en la prensa cubana de una nota para desmentir rumores acerca de la cesantía del presidente de Cubanacán y otros directivos del turismo, no está relacionada, como piensan algunos ingenuos por ahí, con el hecho de que acá la gente se haya puesto majadera, comentando con ardor la noticia y/o especulando acerca del motivo, que huele a queso sin lugar a dudas.

Lectura del Granma
'Granma': Buscando con lupa.

Primero, eso de que los periódicos se dediquen a dar cobertura a las más recurrentes inquietudes de sus lectores, es algo que sólo ocurre allá lejos, en el mundo real.

Segundo, quien conozca las flores que aroman nuestro vergel, sabe que una información de ese tipo, aun cuando se publique oficialmente en el patio, no va dirigida a nosotros, los de a pie, que no contamos en la cuenta, en tanto no somos clientes de la industria turística, ni tampoco asociados, promotores, condóminos, u otra cosa que no sea espectadores perplejos y sin voz ni voto.

Tercero, aunque cueste creerlo, hemos sido los últimos en enterarnos formalmente de esta novedad y, como muchas otras veces, lo supimos mediante la contranoticia, que no es que circule por acá antes que la noticia, sino que circula sin ella, como si no existiera.

Cuenta el mito que Hércules, para poder dominar al colosal Anteo, estaba obligado a sostenerlo en el aire, pues apenas se ponía en contacto con la tierra el gigante recobraba sus fuerzas. Entonces hagamos un alarde de imaginación para ver en el gobierno la figura de Hércules, en la nuestra la de Anteo y en la de la prensa esa eficaz estrategia para mantenernos a buen resguardo del suelo.

Así, pues, resulta común que en la Isla los medios publiquen "aclaraciones" oficiales sobre asuntos que fueron ampliamente tratados allende los mares, pero a cuyos contenidos no tenemos nunca acceso. Leemos las respuestas sin saber a quiénes o a qué responden. Representamos en la obra al convidado de piedra. Sin embargo, algún beneficio hemos extraído de esa condición tan rústica: aprendimos a leer entre líneas.

Por ejemplo, cuando la radio, la televisión, la prensa escrita, todos juntos y a la vez, la emprenden de improviso contra una cierta institución, proyecto, evento o suceso de carácter internacional, no necesitamos conocer sus enfoques, o sus pormenores, para saber que son contrarios a la política de aquí.

Igualmente, cuando estos medios se desbandan en el abordaje diario —todos con los mismos adjetivos— de las injusticias y miserias en un determinado país, nos están queriendo indicar que las relaciones con el susodicho van de mal en peor. Y cuando de buenas a primeras nos caen en pandilla para convencernos de la integridad de algún gobierno y de sus desvelos por el bien del pueblo, o si se consignan sus aciertos y jamás sus fallas, ya se sabe enseguida que el de marras está en línea con la línea de quien traza la línea en estos predios.

Si el nombre de un músico famoso, un escritor, un científico, un deportista, se pierde de hoy para mañana de todas las citas, es porque dejaron caer alguna declaración inconveniente. Si cambian a un ministro, debemos atrapar el guiño al leer en el periódico: "La reunión estuvo presidida por el ministro fulano de tal", y ver que el nombre no nos suena.

Si hay un plan que fracasa, nos enteramos de inmediato, porque en menos de lo que se escupe, va de la sobresaturación al silencio, al mal disimulado borrón y cuenta nueva. Si se habla demasiado de derechos humanos, elecciones participativas y otras hierbas, es que por allá lejos andan destrenzando pestes.

Cuando los medios de aquí ponen "apátrida", debemos entender opuesto a quienes llevan la sartén por el mango. Si emplean la palabra "desertor", es que alguien decidió salirse del carril, ejerciendo al fin su voluntad. Si hablan de sequía, pues no habrá boniatos este año. Y si comentan sobre el alza en los precios del petróleo, hay que apresurarse a comprar velas. Si critican algo, es que por alguna oculta razón conviene criticarlo. Y si, en cambio, elogian, estarán hablando por boca de ganso. Si escriben "principio, disciplina, actitud combativa", quisieron escribir dogma, sumisión, intolerancia.

También nos hemos entrenado en la doble lectura de expresiones tales como mercenario, antisocial, grupúsculo, mafia, enemigo de la revolución. O en su contracandela, heroico combatiente infiltrado, conducta ejemplar, respuesta rápida del pueblo. Capricho se traduce como dignidad, sacrificio es sinónimo de abuso, honor significa pelearse con todo el que no brinde su apoyo ciega, sorda e incondicionalmente.

Y así vamos martillando, con un golpe sobre la puntilla y 99 sobre el dedo. Por ello no nos inquieta ya, ni nos extraña, que cuando allá lejos dicen digo, aquí respondan diego, o no respondan nada, que viene siendo igual para nosotros, porque de cualquier forma somos especialistas en leer el intermedio de los renglones.

Además, en lo concerniente a la cadena corrupción-turismo-economía interna, no existe, no hay manera de inventar la noticia que sorprenda o conmueva nuestra pétrea naturaleza. Es que tenemos ojos para ver, oídos para escuchar, vocación para las matemáticas y una lengua tan larga que nos la pisamos.

EnviarImprimir
 
 
En Esta Sección
Trucos de equilibrista
MICHEL SUáREZ, Madrid
Fábrica de enfrentamientos
ENRIQUE COLLAZO, Madrid
La transición manipulada
ROBERTO LOZANO, Miami
Editoriales
Sociedad
Cultura
Internacional
Deporte
Opinión
Desde
Entrevista
Buscador
Cartas
Convocatorias
Humor
Enlaces
Prensa
Documentos De Consulta
Ediciones
 
Nosotros Contacto Derechos Subir