www.cubaencuentro.com Martes, 13 de enero de 2004

 
   
 
Dinero y oposición
De un lado u otro de la historia, el dinero ha resultado piedra angular para materializar las ideas, desde la guerra de independencia hasta el yate Granma.
por MIGUEL CABRERA PEñA, Santiago de Chile
 

Fue Napoleón quien dijo que para hacer una guerra se necesitaban tres cosas: dinero, dinero y dinero. El corso, desde luego, pensaba en grande, en conquistar, por lo menos, la mitad del mundo. Pero el dinero —ese ente diabólico al que Horst Kurnitzky le muestra origen libidinal— se torna imprescindible también para la accion de cualquier grupo, incluso cuando pretenda expandir sus afanes en el campo de las ideas, la divulgación, el activismo pacífico y la política.

Yate Granma
Viaje del Granma: ¿caridad pública o dinero amigo?

José Martí puso todo su genio —y su carisma— en procurar el óbolo de la inmigración, fundamental para regresar al teatro de la independencia. Mucho después, los combatientes contra la dictadura de Fulgencio Batista buscaron de forma incesante las vías para sufragar su lucha.

El Movimiento 26 de julio no hubiera existido —ni el ataque al cuartel Moncada— si sus miembros no consiguen el dinero necesario para llevar a cabo sus fines. Miles de simpatizantes pagaron bonos que subvencionaron gran parte de sus actividades.

¿Cómo armar y entrenar, conseguir uniformes —y hasta un yate— sin dinero, sin buscarlo no sólo dentro, sino también fuera de Cuba, incluido Estados Unidos? Por cierto, que en esa época resultaba mucho más fácil conspirar y rebelarse que en nuestros días.

De un lado y otro de la historia, en fin, el dinero ha resultado la piedra angular, el sustrato sobre el cual llevar a cabo una idea, ya sea en pos o en desmedro de la humanidad.

Convertido en régimen tiránico, el cubano acusa diariamente a la oposición de ser pagada por el extranjero, por países como Estados Unidos, España, Noruega, Europa entera. Antes, Batista levantó parecida consigna, sólo que él hablaba del oro de Moscú. Francisco Franco, en España, hizo otro tanto. Es un camino trillado por los sátrapas de toda época.

¿Quién puede imaginar la existencia de oposición en Cuba, cuyos canales de oxígeno están clausurados, si no halla aliados que compartan con ella el pensar demócrata del mundo actual o sencillamente se opongan, por sentido de honor y dignidad, a la dictadura?

En las condiciones de la Isla es una fantasía de mala traza creer que en un país con salarios de miseria, con su población además implacablemente vigilada, se puedan obtener mínimos recursos para retar en el campo político a un enorme engranaje que cuenta con todos los poderes y prerrogativas.

La oposición necesita dinero para llevar a cabo su trabajo. Esto no tiene que ofender, ni crear suspicacias, ni levantar temores de índole alguna. La solidaridad con el oprimido es una constante histórica, y su manera de expresarse hoy reside en la ayuda sin interés, sin pretender luego tajadas ni ventajas que no sean los inmensos beneficios que aportará la democracia al país.

Y si se va al fondo del problema nacional, la dificultad de los antillanos anticastristas estriba en la imposibilidad —incluso con dinero— de realizar sus actividades, pues ya se sabe que las casas de los defensores de la libertad son constantemente allanadas y sus habitantes detenidos, interrogados, hostigados y condenados muchos de ellos finalmente a largas penas de cárcel.

Si Fidel Castro hubiera encontrado entre quienes lo combaten modos de vida acomodaticios, hace rato que fotos de las salas, cuartos, cocinas, patios de sus casas... hubieran inundado la televisión y la prensa. En verdad, no importa que Castro y otros miembros de su gobierno se rompan la garganta gritando, mintiendo sobre cifras de dinero que a todas lucen son exageraciones. Si la oposición obtiene ayuda, si tiene amigos más allá de las fronteras nacionales, bienvenidos sean.

Claro que "el comandante" cuenta con amanuenses, lacayos, espíritus sumisos que le dicen que sí a todo, hasta para reiterar obvias mendacidades y reproducir ataques arteros. No están únicamente en Cuba: viven también fuera de ella.

La oposición nacional está lejos de integrar grupos políticos regidos por personas ambiciosas y sin pudor. El dinero lo necesitan, les resulta vital, como siempre ocurrió y como es, además, lógico. ¿Por qué si son arribistas, codiciosos, cubanos sin condición, como dicen Castro y sus adláteres, se les persigue y apresa?

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