El artículo aparecido en los diarios El País y Encuentro en la Red, en octubre pasado, y escrito por Joaquín Villalobos, ex jefe de la guerrilla del FMLN en El Salvador, fue de seguro recibido con desasosiego en la meca revolucionaria que quiere seguir siendo La Habana.

Joaquín Villalobos, ex jefe guerrillero del FMLN.

El hecho de que un antiguo peregrino discuta el discurso, la metódica, las motivaciones y la lírica de la oración revolucionaria que desde Cuba se emite hacia el resto del continente, significa que Villalobos ha perdido la visa de entrada a los prolegómenos físicos de la Isla. Si no quiere ver más la Cuba oficial, pierde el derecho a visitar la Cuba real.

Había leído hace mucho tiempo en Jon Elster, hombre de izquierda también, que no se podía ser, al mismo tiempo, marxista, honesto e inteligente. Es decir, que se puede ser marxista e inteligente, pero a costa de la honestidad. O se puede ser marxista y honesto, pero a costa de la inteligencia. O honesto e inteligente, pero a costa del marxismo.

Con su artículo Fidel, Lula, Allende y el futuro de la izquierda, Villalobos se anota en la lista de hombres de izquierda latinoamericanos que combinan inteligencia, lucidez y honestidad al mismo tiempo. Ya están en esa lista Tencha, Sergio Ramírez y el propio Lula, a pesar de la razón de Estado. Lo que indica que, como en el renacimiento, las rupturas ideológicas o epistemológicas no nacen en las burocracias: ni políticas ni ideológicas ni académicas ni eclesiásticas. Hay que decir, en este caso, que en América Latina la izquierda como movimiento está por detrás de la izquierda como idea. Pero nunca sucede de otro modo.

"La batalla principal" en el pensamiento de la izquierda, dice Villalobos, "es contra el neoliberalismo y no contra sus viejas ideas".

De acuerdo con esto, a mi me gustaría ponerlo de la siguiente forma: "la batalla principal de la izquierda en América Latina es a favor del neoliberalismo y contra sus ideas". Dicho así me coloco en el plano de las consecuencias y no meramente en el de la dirección del combate que dice librar aquí la izquierda.

Cuba es el ejemplo. Y el mismo Villalobos no puede dejar de sugerirlo cuando dice más o menos que la izquierda latinoamericana renacerá una vez que la revolución cubana sea puro testimonio literario. Silogismo que no es, en su primera parte y en el caso de Cuba, una afirmación informada.

Cuando la izquierda, la que lo hace, toma a la revolución cubana como bandera y trata de protegerla de sus nefastas travesuras está convalidando la torcida combinación entre retórica antineoliberal y práctica neoliberal. Las prácticas económicas en los dos o tres sectores más dinámicos de la economía de la Isla no representan ningún nuevo modelo socialista a imitar por quienes hablan de justicia social, participación y democratización —que no es lo mismo que democracia— de la "vida de nuestros pueblos". Pura economía capitalista, en su versión mercantilista por la preeminencia del Estado, es lo que cualquiera pueda observar en el turismo, el níquel, el tabaco o algún que otro sector de los servicios.

Es cierto que esto se produce en un "contexto socialista": nuevo concepto que un economista tan agudo como Julio Carranza desarrolla para destacar las prestaciones sociales que recibimos los cubanos, independientemente de cómo producimos. Lo que, siendo verdad, es contrario a Marx y al marxismo. Ortodoxo y heterodoxo.