www.cubaencuentro.com Martes, 30 de marzo de 2004

 
  Parte 3/3
 
La guerra de las encuestas
'Línea dura' en sondeos preelectorales de Florida: ¿La opinión del exilio cubano o la de los votantes republicanos en activo?
por ALEJANDRO ARMENGOL, Miami
 

En sus resultados finales, la encuesta plantea que "los votantes cubanos no apoyan el levantamiento del embargo y las negociaciones con Castro". Esto es correcto, si se añade: "la gran mayoría". Luego aparece otra conclusión, que afirma que "los cubanoamericanos de tres generaciones apoyan con firmeza el embargo y se oponen a las negociaciones con Castro". Esto es incorrecto. En ambos casos debió aclararse los lugares donde se realizó la encuesta (los condados de Miami-Dade y Broward). En el segundo, se parte de una premisa anterior para una generalización que los resultados de la encuesta no fundamentan. La encuesta está realizada sólo entre votantes activos. No contempla a todos los cubanos nacionalizados ciudadanos norteamericanos, tampoco a los residentes y a quienes han llegado el último año.

Al igual que cuando uno se hace un traje a la medida, el sondeo contiene un número de preguntas tendientes a reafirmar los criterios de sus patrocinadores. Es en la formulación de estas preguntas donde radica el aspecto más cuestionable de la encuesta, desde el punto de vista metodológico, como se señaló al inicio.

En muchas casos, se cae en el error de realizar preguntas que inclinan al entrevistado a ofrecer una respuesta acorde a lo que se le pide. Esto se llama inducir la respuesta, y debe ser evitado en todo cuestionario que quiere conocer, de forma objetiva, como piensa el otro. Hay un principio básico que conoce todo entrevistador: quien es interrogado tiende a mostrar su rostro más amable, a no "caerle mal" a quien lo está cuestionando, a evitar la confrontación. Por eso los periodistas y psicólogos guardan sus preguntas más difíciles para el medio y el final de la entrevista; debido a esto, quien interroga debe tratar de ser lo más neutral posible.

Este principio se violó una y otra vez a través del cuestionario, que intentó averiguar opiniones no sólo sobre la política que el gobierno norteamericano debe seguir respecto a Castro, las preferencias partidistas y la labor de los congresistas cubanoamericanos —entre otros temas—, sino también con respecto al principal periódico de la ciudad (The Miami Herald), la agencia de noticias CNN, la ayuda del cardenal Ortega y la Iglesia Católica a los disidentes y prisioneros políticos, su posición respecto al gobierno cubano, y el Proyecto Varela, temas candentes en la comunidad exiliada.

A los encuestados se les preguntó: "¿Está usted consciente de que durante las últimas cuatro décadas, el gobierno de Castro ha establecido y provisto campos en Cuba para entrenar terroristas, cuyos actos de violencia se han extendido a todo el mundo, incluyendo las Américas?". Formular de esta manera una pregunta a un exiliado cubano no es propio de un estudio con pretensiones de objetividad estadística. Es un examen político de conciencia, meterlo en la urna del confesionario, cuestionar su "anticastrismo". El 76,8 por ciento de los interrogados respondieron "estar conscientes". Lo que asombra es el 23,2% de los "inconscientes".

El ejemplo más evidente de esta forma distorsionada de preguntar se refiere al Proyecto Varela. La pregunta en cuestión fue la siguiente: "El Proyecto Varela acepta la continuación de la actual Constitución cubana y al Partido Comunista como el único partido político en Cuba. Conociendo eso, ¿apoya usted el Proyecto Varela?".

No sólo se trata de una grosera e inexacta definición del Proyecto Varela. Una pregunta hecha de esta forma en Miami está condenada a una respuesta negativa: el 66,1 por ciento de los entrevistados se manifestó en contra del proyecto así enunciado.

Hay otras dos preguntas, respecto al Proyecto Varela, que resultan más interesantes. El 75,9 por ciento confesó no haberlo leído en su totalidad, mientras que el 87,6 por ciento dijo haber oído de éste. El verdadero resultado no es que los entrevistados están en contra del Proyecto, sino que se oponen a algo de lo que desconocen la extensión y el alcance. No se oponen al Proyecto Varela en su conjunto. Se oponen al Proyecto Varela según es definido en la encuesta.

El verdadero valor de esta encuesta es que el votante cubanoamericano, en gran parte, actúa de acuerdo con criterios preestablecidos y es consecuente con las razones que lo llevaron al exilio: rechaza todo lo que huela a comunismo y se aferra al embargo como un último recurso ante el fracaso de la lucha armada contra Castro. Sin duda, la última oleada represiva del régimen lo ha reafirmado en sus criterios. Opina, con razón, de que el gobernante cubano es incapaz de ceder un ápice de poder. No admite otras formas de confrontación contra el régimen de La Habana porque desde hace años vienen alimentando su frustración con falsas promesas.

A la encuesta le faltó una pregunta básica, sobre la principal fuente de información que utiliza el encuestado para saber lo que acontece en la Isla. Esta pregunta —de por sí tema para una encuesta independiente— hubiera servido para explicar más de un prejuicio. Ahora sólo resta esperar por otro sondeo. La guerra de las encuestas está en marcha, mientras el futuro de Cuba espera.

Referencias
Encuesta revela que el exilio de Miami mantiene línea radical
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