www.cubaencuentro.com Martes, 18 de mayo de 2004

 
  Parte 3/3
 
A los pies del 'Señor'
Panorama del protestantismo en Cuba: ¿Qué papel desempeñarían las denominaciones evangélicas en una transición, luego de la filiación castrista de algunos de sus líderes?
por VICENTE ECHERRI, Nueva Jersey
 

Los líderes de algunas denominaciones, particularmente la Iglesia Presbiteriana de Cuba, y algunos líderes del metodismo, de la Iglesia Episcopal, así como algunos pastores bautistas, cuáqueros y pentecostales, han funcionado, a lo largo ya de muchos años, como auténticos agentes y promotores del castrismo, sirviendo de portavoces del régimen en foros nacionales e internacionales y promoviendo —sin ninguna vergüenza— la agenda de la dictadura.

Rezo
Feligreses evangélicos: ¿Opinan igual que sus líderes?

Tres pastores protestantes son los únicos clérigos, hasta donde yo sé, que tienen asiento en la llamada Asamblea Nacional del Poder Popular, un organismo que parodia torpemente las funciones del poder legislativo en el Estado comunista. El Consejo de Iglesias de Cuba —que se dedica fundamentalmente a conseguir viajes y prebendas para los líderes protestantes comprometidos con el régimen, al tiempo que sirve a los intereses del Estado en un control más efectivo del clero y las feligresías de sus iglesias miembros— se encuentra en las antípodas de la solidaridad que se espera de una organización religiosa en medio de un pueblo oprimido.

¿Oportunismo o necesidad de relieve?

Lejos de ejercer un ministerio profético, de denuncia frente a los atropellos y las persecuciones, y de simpatía con las víctimas, este foro que agrupa a las figuras más visibles del protestantismo cubano ha sido un cónclave obsecuente que, en algún momento, hasta ha llegado a apoyar públicamente las ejecuciones políticas. No es menester argüir que esta parcialidad con el castrismo incapacitará a estos líderes religiosos, individual o colectivamente, de hacer una contribución de peso en cualquier clase de transición o en la democracia de mañana.

Más de una vez he intentado explicar el móvil de esta simpatía y de este colaboracionismo de parte de algunos líderes y organizaciones del protestantismo cubano, que tanto compromete el prestigio de sus denominaciones y que no encuentra réplica en la Iglesia Católica. Más allá del oportunismo individual o incluso institucional, creo que debe haberse originado en el intento de adquirir un relieve, una voz o una importancia a la sombra del nuevo régimen, en el momento en que la Iglesia Católica perdía el predicamento y la influencia que durante siglos había tenido en la sociedad cubana.

Asimismo, las instituciones del protestantismo cubano reflejan —en lo político— a las iglesias de donde provienen en Estados Unidos. Los más avenientes con el castrismo son los líderes de las denominaciones del protestantismo histórico —episcopales, metodistas, presbiteriano—, a las que en Estados Unidos se les llama del main stream y que se identifican con posiciones más "liberales" o de izquierda. En tanto, las denominaciones que tienen un mayor carácter sectario, por hacer énfasis en alguna doctrina particular —bautistas, pentecostales, adventistas, etc., a los que también se les llama evangélicos—, han mantenido, aunque con inevitables excepciones, posiciones si no de mayor oposición, al menos de menor acatamiento.

Pese al lamentable papel de los líderes más visibles del protestantismo cubano en este período de opresión política y oscurantismo ideológico, creo que los protestantes cubanos heredan una tradición más afín a la participación democrática —que copian en sus asambleas y en sus organismos de gobierno—que la más autárquica estructura de la Iglesia de Roma. ¿Cómo esa experiencia orgánica, operativa, podrá imponerse a la visión de túnel que tienen muchos miembros de esas agrupaciones religiosas, para contribuir sanamente mañana al debate público que trae consigo toda acción democrática?

Sería pecar de temerario intentar responder esta pregunta ahora, cuando todavía no sabemos cómo han de producirse las transformaciones que le den paso al futuro, a partir de la atrofiada sociedad actual; pero, en un pueblo donde la desesperanza, la angustia y el miedo ha empujado a tantos a buscar nuevamente a Dios bajo todas las formas y nombres, con el consiguiente crecimiento de la feligresía de todas las denominaciones, es de creer que los protestantes, por ajenos a la sociedad cubana que todavía les parezcan a muchos, están llamados a hacer su contribución en la hora de los cambios inevitables, contribución que, sin duda, podrá catalogarse de valiosa.

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