www.cubaencuentro.com Lunes, 18 de octubre de 2004

 
  Parte 1/2
 
Cuba y la ultraizquierda
¿Debe juzgarse a la disidencia cubana por las actitudes políticas de quienes la apoyan?
por MANUEL CUESTA MORúA, La Habana
 

En las discusiones sobre Cuba con mis amigos de la derecha les deslizo la tesis siguiente: un mito no se destruye como puede suceder con una fortaleza eficazmente bombardeada; un mito se autodestruye por implosión, extinción, desgaste o "rebasamiento".

J. M. Aznar
Aznar, Payá: ¿los supuestos errores del ex presidente español criminalizan a los disidentes cubanos?

Si el mito es sacralizado, peor la cosa: su verosimilitud se cubre entonces con los hilos que religan y el asunto pasa de la racionalidad al fideísmo, una cubierta que ha hecho durar cualquier religión más allá de la obra de sus más lúcidos detractores.

La revolución cubana cumple bien su condición de "más allá de la física". Es un mito sacro que satisface la verosimilitud de "los hechos que fueron y todavía parecen ser, de los hechos que parecen ser sin haber sido" y su condición de fe.

El fracaso de la llamada contrarrevolución cubana —los que se oponen al "todo" después de 1959 no deberían ponerse a la defensiva cuando así se les llama, oponerse a "todo y a cualquier cosa" es un derecho humano— se explica por la incomprensión de un fenómeno que tiene consecuencias en política: bombardear el mito lo fortalece; mejor mientras más indiscriminado sea el bombardeo. No estoy diciendo que la revolución cubana esté fortalecida con el paso del tiempo; todo lo contrario. Afirmo que su mito es más fuerte cuanto más se le ataca.

En casi cincuenta años, la derecha ha perdido el tino al emprender sus permanentes guerras relámpagos contra el gobierno de la Isla. Al cogerla con el mito debió saber siempre que su blanco directo sólo podía ser la izquierda (no toda) y la ultraizquierda (casi toda), que son las que precisamente alimentan y se alimentan de él. El resultado ha sido el previsible: más allá de los acontecimientos, sobre todo los últimos, el mito sigue en pie cuando y donde no "debía" estarlo.

Patricio Montesinos, un periodista español según el diario Granma, es la prueba en última edición de lo que digo. En realidad no sé si él es de ultraizquierda o no, pero se puede militar o compartir en la izquierda rosa y defender a la ultraizquierda urbi et orbi. Es la constante racista de cierto pensamiento europeo: los derechos nuestros no son los derechos de ellos; así he leído, usando mi derecho interpretativo, en más de una ocasión.

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