www.cubaencuentro.com Miércoles, 02 de febrero de 2005

 
  Parte 1/2
 
La despolarización necesaria
Miami y la Unión Europea frente a Castro: ¿Ponderar la violencia o el 'poder blando'?
por MARIFELI PéREZ-STABLE, Washington
 

El 31 de enero los ministros de Exteriores de la Unión Europea ratificaron lo que ya ocurrió: la normalización de las relaciones con Cuba luego de las sanciones impuestas por la ola represiva de 2003. La administración de Bush y algunos sectores del Miami cubano rechazan de plano cualquier reblandecimiento —o lo que se perciba como tal— ante el régimen de Fidel Castro. EE UU y la línea dura del exilio sólo admiten una política de confrontación, mientras que la UE casi siempre prefiere el "poder blando".

F. Castro
Resultados tras 46 años: ¿Ha funcionado el embargo, el diálogo constructivo o ninguno?

La decisión de la UE trata simplemente de recuperar una interlocución con el gobierno cubano y un contacto más fluido con la sociedad civil y la oposición. A estas alturas ni la UE ni nadie comprometido con una Cuba democrática guarda ilusión alguna respecto a un diálogo serio mientras Castro reine. La llamada normalización responde esencialmente a las exigencias del día después del velorio, es decir, a la necesidad de reforzar desde ahora la comunicación con los actores fundamentales —gobierno, sociedad civil y oposición— que determinarán el futuro de Cuba cuando el Comandante haya pasado a mejor vida.

EE UU, por el contrario, casi nunca ha aplicado a Cuba su considerable "poder blando". Así y todo, la política del embargo cedería si la comunidad cubana en Miami lo reclamara. Encuestas recientes en dicha comunidad registran opiniones aparentemente esquizofrénicas: aunque un 62% considera que el embargo ha fracasado, un 66% lo apoya. Las apariencias, no obstante, engañan. El embargo, evidentemente, no ha logrado su objetivo, pues el régimen sigue en pie.

A la vez, la política del compromiso constructivo tampoco ha sido efectiva. Cuando se emprendió a principios de los noventa, esta buscaba incentivar reformas económicas de peso y un cierto aflojamiento de la represión. Estos fines tampoco se cumplieron por el afán absolutista de la cúpula en Cuba. Por consiguiente, la mayoría pro-embargo en Miami prefiere apoyar una política fallida que apuntarse a una de "poder blando" que —a su entender— equivale a rendirse ante Castro.

Espacios hacia el centro

La revolución fijó una polarización política que todavía perdura. Para recomponer a Cuba, los cubanos tendremos que alejarnos de los polos y abrir espacios hacia el centro donde, en definitiva, pactaremos la convivencia cívica. Si bien ese centro político amplio e imprescindible aún no se divisa, los cubanos —de parte y parte— hemos dado algunos pasos decisivos en otros planos, como el de la reconciliación familiar. La separación de las familias ha sido uno de los costes más altos cobrados por la revolución. A lo largo de los noventa, la mayoría —aunque la de Miami apoyara el embargo— fue valorando las relaciones familiares por encima de las diferencias políticas. Sin duda, los viajes y el envío de remesas a Cuba contribuyeron a derribar muros. Por eso las medidas restrictivas de los viajes y las remesas decretadas por Washington el año pasado son tan contraproducentes.

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