www.cubaencuentro.com Viernes, 13 de mayo de 2005

 
  Parte 1/3
 
Chalabismo tropical y derecha decente
Si el capitalismo es en sí mismo fuente de libertad, ¿por qué se empecinan ciertos sectores del exilio en fórmulas caducas para la democratización de Cuba?
por ARTURO LOPEZ LEVY, Denver
 

De chocolates y flores: Ahmed Chalabi es el líder del Congreso Nacional Iraquí, una organización exiliada que tenía el sueño peregrino de alzarse con el poder en Irak. Después de haber servido a Sadam Husein, Chalabi inició un largo periplo que lo llevó a Washington, donde además de denunciar apropiadamente los crímenes cometidos por la tiranía de su antiguo jefe, tejió toda clase de alucinaciones sobre la situación interna en Irak y claramente mintió sobre lo fácil que sería establecer la democracia en un país donde los soldados norteamericanos serían recibidos con chocolates y flores.

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Al margen de si la guerra estuvo o no justificada por las incomparables prácticas genocidas de Sadam, no cabe duda que las habilidades de vendedor de milagros de Chalabi dañaron la capacidad norteamericana para lidiar con la situación iraquí.

La experiencia de Chalabi es ilustrativa porque existe chalabismo en un sector de nuestro exilio. Hay una mitología, que en lugar de deponer liderazgos ante los méritos de los que en Cuba luchan por la democracia, se empeña en asignar la responsabilidad de nuestra situación a Washington.

Algunos hasta se enojan con Bush porque pospone la aplicación de los juicios de la Helms-Burton y no entabla una bronca permanente con el resto del mundo por Cuba. Si alguien quiere entender la actualidad de lo que digo, lea los muy sinceros artículos de Vicente Echerri en El Nuevo Herald. En la visión de Echerri, el presidente Bush, cual "libertador", desplaza a Bolívar y es convencido por los nuevos "patriotas" cubanos que viven en el exilio para que les haga el favor de intervenir en Cuba.

Soñar no cuesta dinero y en esa alucinación Bush pasea por el puente del Almendares recibiendo chocolates y flores de una multitud que lo recibe jubilosa, tras el tanque, a lo enero de 1959, seguido por una conga gigante.

En el fondo, Echerri no está solo. Un grupo que no es mayoritario pero sí significativo daría un brazo porque los americanos los pusieran en La Habana para iniciar un proceso de "desbathificación", como ha estado haciendo el primo de Chalabi en Bagdad, persiguiendo a todo el que no esté dispuesto a hacerse un haraquiri por haber usado la pañoleta.

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Para entender este chalabismo cubano basta leer los ataques desde la derecha exiliada contra Oswaldo Payá, Elizardo Sánchez Santacruz y el Proyecto Varela, por sus propuestas de diálogo nacional y reconciliación. Es curioso que a pesar de ser esas propuestas las que más ciudadanos han movilizado y el hecho de que la mayoría de los presos de la primavera de 2003 fueran miembros de ese sector, ninguno de los que se opone al embargo fue "seleccionado" para hablarle a los congresistas de EE UU. Parece muy fácil regresar a un país a dictarle a los que vivieron la experiencia totalitaria cómo debían haberse comportado, pero no lo es.

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