www.cubaencuentro.com Lunes, 13 de junio de 2005

 
  Parte 1/4
 
España mira al postcastrismo
Madrid elabora una estrategia hacia La Habana que le permita una buena posición tras la desaparición de Fidel Castro. Numerosas amenazas acechan esos planes.
por JUAN JESúS AZNáREZ, Madrid
 

Las relaciones diplomáticas entre España y Cuba registran desde hace tres meses más rifirrafes que convergencias, y varias protestas oficiales cubanas contra supuestas afrentas españolas, cursadas sin publicidad, han zarandeado el "diálogo constructivo" emprendido por la presidencia de José Luis Rodríguez Zapatero.

S. M. R. Juan Carlos
Rey Juan Carlos (España), junto a Pérez Roque, en marzo de este año.

Cuba advirtió hace seis semanas de que el proceso de acercamiento liderado por Madrid podría descarrilar. La expulsión de Cuba de un grupo de diputados, periodistas y políticos europeos alarmó a la Unión Europea (UE) y complica, de nuevo, la distensión ensayada por sus cancillerías. La nueva conciliación con La Habana obliga a juegos malabares en su recorrido hacia la apuesta estratégica del gobierno socialista: adentrarse todo lo posible en la sociedad castrista, pulsar su ánimo político, dibujar un mapa de tendencias reformistas y colocar bien a España, y a la UE, ante la eventual transición del comunismo a la democracia cuando Fidel Castro, de 78 años, muera o se debilite.

La previsión es que el régimen abra entonces espacios políticos y económicos, cuya pacífica institucionalización aconseje la intervención de mediadores. Son improbables las concesiones gratuitas durante la legislatura de Zapatero y, a corto o medio plazo, no está previsto que el rey Juan Carlos viaje a la Isla, pese a haber sido invitado oficialmente.

"Conviene hacer una labor pedagógica, incluso con los funcionarios. Hay mucha gente joven en cargos políticos", señala Raúl Rivero, el poeta y periodista disidente liberado gracias a la mediación gubernamental española, y afincado desde abril en España. La ruta hacia el postfidelismo, hacia la pedagogía, es bacheada y poco se ha sabido del tramo, a tumbos, cumplido.

La reconstrucción de la andadura permitió conocer, por ejemplo, que el Ministerio de Asuntos Exteriores recibió, a mediados de abril, una notificación diplomática cubana con el aviso de que el diálogo bilateral impulsado por Zapatero podría interrumpirse si continuaban los gestos "negativos". La UE había copatrocinado ese mes, en Ginebra, la resolución de Estados Unidos contra Cuba en la Comisión de Derechos Humanos y después rechazó la cubana contra los abusos norteamericanos en Guantánamo.

"Si soltaran seis o siete presos…"

La posición española era previsible porque hacer las paces con Washington es objetivo prioritario. Pero España, para nuevo disgusto de La Habana, tampoco forzará un cambio en la Posición Común Europea, establecida en el año 1996, acuerdos de cooperación a cambio de aperturas democráticas sustanciales, sin avances previos en libertades y derechos políticos y económicos.

El día 30 de junio, la UE revisará las sanciones impuestas a Cuba en junio del año 2003, dos meses después del encarcelamiento de 75 disidentes y el fusilamiento de tres secuestradores. "Si fueran tan amables de soltar seis o siete presos antes de mediados de junio, podríamos resolver definitivamente el tema de las fiestas nacionales", señala un portavoz oficial. La UE no invita a los funcionarios cubanos a sus fiestas nacionales en La Habana, ni tampoco a los disidentes. Sólo asisten las colonias y el cuerpo diplomático. La expulsión de los eurodiputados y periodistas que acudían a un congreso opositor cubano debilita los esfuerzos españoles y augura próximos contratiempos.

La reacción de Castro si la UE no levanta las sanciones más simbólicas, el 30 de junio, puede ser abrupta, según uno de sus representantes en España: "Podría volverse a suspender la relación con las embajadas: congelar otra vez a los embajadores". Pero la política española constituye una operación a más largo plazo, aunque sujeta a vaivenes e imponderables.

"Se trata de ir poniendo las fichas en orden porque (la transición) tiene que contar con los que están allí (el castrismo) y con los que están aquí (el exilio)", señala Joaquín Roy, director del Centro de la Unión Europea de la Universidad de Miami, experto en asuntos cubanos. Viaja a Bruselas y España periódicamente y dispone de información sobre el proceso en curso. "El gran contraste entre la estrategia de Estados Unidos y de la UE en general", agrega Roy, "es que la Administración norteamericana quiere terminar con el régimen cubano, y la UE, influir en su apertura".

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