www.cubaencuentro.com Lunes, 13 de junio de 2005

 
  Parte 1/3
 
Tintin, los pícaros y los tontos útiles
Los toros desde la barrera: ¿Por qué cierta prensa europea intenta legitimar procesos como los de Cuba y Venezuela y se convierte en embajadora de los caudillos ante la opinión pública?
por WILLIAM NAVARRETE, París
 

La palabra pícaro es un hispanismo que entró en la lengua francesa gracias a la novela picaresca del Renacimiento español y que, luego, se ha mantenido gracias a la coyuntura caricaturesca que ha regido el panorama político latinoamericano durante los últimos dos siglos.

H. Chávez
Hugo Chávez: ¿el nuevo comodín de cierta izquierda europea?

Así, en la década de los setenta, el ingenioso humorista de origen belga Georges Remi Hergé, sacó a la luz el vigésimo segundo cómic de la mundialmente conocida serie de Tintin, un joven periodista francés que junto a su perro (Milou) y su amigo, el viejo capitán bretón del mar (Haddock), va por el mundo deshaciendo entuertos y viviendo apasionantes aventuras en las que el ingrediente político contemporáneo es siempre parte inseparable de la acción.

En esta nueva entrega, Hergé situó el centro de la acción en América Latina. Para ello creyó oportuno darle como título Tintin y los pícaros, en clara referencia a los guerrilleros, los militares y los hombres de poder de dicho continente, buscavidas sin escrúpulos de orden moral cuando se trata de la supervivencia personal. Por supuesto, el happy end era para Hergé una condición sine qua non de la trama, algo que en realidad América Latina ha conocido en muy contadas ocasiones desde entonces.

Por muy ligera que pudiera parecer, la trama de este libro de muñequitos abarcaba las constantes que han minado la vida política del continente: los golpes de Estado, la militarización del poder, las guerrillas populistas y pseudomarxistas, la frivolidad y las intrigas, el favoritismo, las alianzas entre lobos de la misma camada, la extensión del latifundio y del cuartel a la vida política de cada nación y en detrimento del pueblo. En estas circunstancias, el libro humorístico de Hergé se convirtió en una referencia (y sigue siéndolo) para que el adolescente francés de todos los medios y generaciones tenga una impresión folklórica y aproximativa del caos que reina en las orillas meridionales del otro lado del océano.

Entre Alcázar y Tapioca

Concretamente, para el caso citado, la acción se sitúa en un país latinoamericano imaginario llamado la República de San Theodoros, y en su capital, la ciudad de Tapiocapolis, cuyo nombre ha sido cambiado en sucesivas ocasiones a razón del gobernante que logra instalarse en el sillón presidencial.

El general Alcázar (que representa lo que sería hoy la izquierda populista del continente) ha sido desplazado del poder y condenado a internarse con sus seguidores (los pícaros) en las regiones boscosas del país, después que el general Tapioca (representante a su vez de lo que asimilaríamos a la derecha conservadora del continente) lo sacara del poder.

Resumiendo la trama, el marinero bonachón y el reportero francés son acusados por Tapioca de montar un complot para sacarlo del poder. Detrás de la acusación se esconde la mano del intrigoso ministro del Interior, quien en una de las aventuras anteriores había sido burlado por los protagonistas cuando era jefe de la Policía en Szohôd (una imaginaria ex república socialista de Europa del Este). Para atraer a San Theodoros a Tintin y al capitán, dicho ministro ha encarcelado, bajo falsas pruebas de complot contra Tapioca, a la soprano milanesa Bianca Castafiore, amiga de los héroes, que se encontraba de gira por el continente.

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