Todas las cancillerías europeas se estarán preguntando ahora mismo en las oficinas correspondientes qué hacer con Cuba.
|
Canciller y presidente del gobierno de España, durante una reunión de la UE. |
|
|
Alrededor del día 30 del corriente se debe concertar y definir en la reunión del Consejo de Ministros de la Unión Europea si reinstalar las anteriores medidas, visto el caso de que el gobierno cubano no ha dado pasos significativos; si continuar con la flexibilización, atendiendo a que no han habido importantes retrocesos internos; o si imaginar una nueva política que satisfaga por igual a las cancillerías de línea dura y a las de línea blanda.
La Unión Europea se había dado seis meses para observar la evolución del gobierno cubano en dos frentes importantes: la liberación de los restantes prisioneros políticos y de conciencia y la tolerancia hacia los opositores. Un escrutinio semestral a reflector encendido y bajo las pedradas permanentes del fuerte glosario del gobierno de La Habana.
El curso seguido por la Unión Europea es el apropiado: nada de sesgo ideológico, una observación puntual de los acontecimientos, una aproximación estrictamente política, con un enfoque hacia dentro de Cuba y en un marco positivo asentado en el diálogo: todo un ejercicio de poder blando que define una política europea propia en el tratamiento del asunto cubano.
La visión de esta política es estratégica, y difiere de la estrategia estadounidense en que no intenta desequilibrar al gobierno de La Habana para derribarle si efectivamente pierde el equilibrio. Tiene, la fórmula europea, un lado fuerte: implica a la otra parte, compartiendo responsabilidades con el gobierno cubano y colocando de su lado la posibilidad de que mejoren o no sus relaciones externas con el bloque de poder mundial más importante.
Asimismo tiene una debilidad: compromete sus acciones en la bolsa política, porque a quien negocia se le exigen resultados directos y más rápidos que a quien presiona y confronta. La razón no es difícil de captar: las políticas amigas están expuestas a un escrutinio psicológico más fuerte y visible que las políticas enemigas. Estas pueden justificar su ineficacia en la pública presión moral que provocan los asedios y los efectos colaterales.
Globalmente mirada, la estrategia de la Unión Europea es complicada. Supone lograr que el gobierno de Cuba se democratice permitiendo la democratización de la sociedad cubana, respetando a sus enemigos internos y compartiendo poder social, económico, cultural y político con otras alternativas presentes y futuras. Ello exige movilizar una cantidad tal de recursos, de influencia y de poder que está obligando a manejar el recurso que sólo las dictaduras, no las democracias, conceden gratuitamente a los políticos: tiempo. |