www.cubaencuentro.com Lunes, 13 de junio de 2005

 
   
 
Como un 20 de mayo
Nunca mejor dicho: El congreso de la APSC irrumpió en el panorama político cubano y puso de relieve ante el mundo el carácter anómalo de la sociedad castrista.
por JULIáN B. SOREL, París
 

El suceso no podía haber sido más banal: un centenar de ciudadanos se reúnen para debatir civilizadamente los problemas de su país, acompañados de algunos invitados extranjeros y un puñado de periodistas. Una escena que cada día se repite mil veces en universidades, clubes, sindicatos y asociaciones del noventa por ciento de los países del mundo. Nada comparable, en rango informativo, con las fotos de Sadam Husein en calzoncillos o los avances en la obtención de células embrionarias anunciados en Corea del Sur, noticias que coparon los titulares de la prensa internacional el 20 de mayo de 2005.

Manifestantes
Opositores no pertenecientes a la Asamblea apoyan la realización del foro.

Sin embargo, pese a su aparente trivialidad, la reunión de la Asamblea para Promover la Sociedad Civil en Cuba, celebrada en La Habana, ingresó ese día en la primera plana de los medios de comunicación de todo el planeta. Por sí misma, esa atención mundial bastó para poner de relieve el valor simbólico del acontecimiento y el carácter anómalo de la sociedad que el castrismo ha generado en la Isla.

Un modesto acto cívico que en cualquier lugar habría pasado casi inadvertido, cobró allí proporciones históricas y enalteció el coraje y la lucidez de quienes se atrevieron a protagonizarlo. Simplemente porque, como señaló su presidenta, Martha Beatriz Roque, era la primera vez en 46 años que los opositores pacíficos se reunían en la Isla sin ser agredidos por las turbas manipuladas por el gobierno ni ser arrestados por la policía política.

Sería prematuro y aventurado saludar la reunión de Río Verde como una divisoria de aguas en la lucha por la democracia en Cuba. Sus propios participantes saben que apenas han conseguido ampliar un poquito los asfixiantes límites impuestos por el Estado totalitario y que la ración de oxígeno sigue sujeta al capricho del caudillo omnipotente. Con ejemplar prudencia, hicieron lo que anuncia el hermoso poema de Manuel Altolaguirre: "ya que no puedo ser libre/ agrandaré mis prisiones". Pero esa holgura tan precaria, tan arduamente ganada, indica que algo empieza a cambiar en la Isla, tanto en el aparato gubernamental como —más importante aun— en la incipiente sociedad civil.

¿Una nueva estrategia de Castro?

El alto precio político que el régimen tuvo que pagar en el exterior por la ola represiva de la primavera de 2003 le indujo a tolerar esta vez un congreso opositor que hasta hace muy poco hubiera sido inimaginable en Cuba. Los jerarcas del castrismo se van resignando ya a la idea de que tendrán que convivir con la disidencia. Sólo que, a partir de ahora, aplicarán otros métodos para estorbar su crecimiento y desvirtuar su sentido.

Donde antes golpeaban y encarcelaban, ahora tratarán de comprar y anexar. La infiltración, la manipulación y el soborno reemplazarán, en lo posible, al tolete, el interrogatorio y la celda de castigo. Al mismo tiempo, se mantendrá una represión de baja intensidad —multas, acoso, marginación y represalias administrativas—, dirigida principalmente contra los cuadros intermedios de la disidencia.

No sería sorprendente que, en el marco de esta nueva estrategia, Fidel Castro legitimase a los disidentes más dóciles y más afines al gobierno, y les concediera un pequeño espacio público en el que realizar una oposición edulcorada. Una medida así le permitiría dar una imagen de tolerancia de cara al exterior y suscitaría esperanzas de liberalización dentro de la Isla.

Con eso, la lotería de los visados y la distribución de las ollas de presión podría mantener entretenido al personal durante algunos años más. Después de todo, el objetivo fundamental del dictador cubano es ganar tiempo para morirse en el poder. Lo demás, le tiene sin cuidado, como él mismo confesó una vez durante una entrevista para la cadena de televisión CNN.

Ante esta ofensiva de nuevo cuño, los grupos opositores tendrán a su vez que desarrollar una estrategia más eficaz. Ese enfoque ha de pasar necesariamente por la elaboración de un mensaje más claro y sucinto, la ampliación de los contactos con la prensa, la forja de nuevas alianzas, el mayor aprovechamiento de los recursos tecnológicos y la intensificación de los contactos con la población.

El congreso de la APSC irrumpió en el panorama político cubano "como un 20 de mayo" —nunca mejor dicho— y en el éxito de sus proyectos nos va la patria. Cuando en el futuro asambleas como esa lleguen a ser la norma y no la excepción en la Isla, comprenderemos con cuánta valentía y clarividencia actuaron las mujeres y los hombres que se atrevieron a desafiar a la tiranía en Río Verde, otro 20 de mayo, exactamente 103 años después de aquel que vio nacer la República de Cuba.

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