En el Libro IV de La República, Platón habla de una caverna donde habita un grupo de seres encadenados que desde su nacimiento mira a la pared que tienen enfrente; la entrada de la cueva proyecta allí las sombras del mundo exterior y las de diversos objetos que una banda de titiriteros agita ante una fogata situada a sus espaldas. Los cavernícolas toman las sombras por la realidad, y arriban a teorías y sistemas basados en esa fallida convicción.

El jefe de la Sección de Intereses de EE UU en La Habana, James Cason, durante el Congreso del 20 de mayo.

La alegoría platónica describe admirablemente la reciente asamblea de los opositores cubanos: afuera el mundo lanza huevos coléricos a la cabeza de los Bush; en las márgenes del Río Verde, dentro de la caverna cubana, los disidentes colindan alegremente con el embajador James Cason, reciben un CD de sus manos. La sombra del Imperio les llega como amistoso espectáculo y los monstruos guerreristas que pinta la opinión pública pasan por las paredes en suaves sombras chinescas. Nuestra cueva de Bellamar transformó al yanqui en un titiritero cariñoso que hasta parecía querer acercarse a los disidentes y besarlos.

Por muy absurda y contraproducente que nos resulte a quienes la admiramos desde afuera, a los reunidos debió antojársele perfectamente natural la promiscuidad con el bushismo. Fuera de la caverna admiramos la indiferencia de un Congreso americano enfrascado en una guerra civil —el llamado "filibusterismo": por eso apenas se mencionó a Río Verde en las turbulentas sesiones legislativas, y sólo un par de representantes se refirió al trascendental evento, que inaugura una nueva era para la sociedad civil cubana.

El revés en victoria

Como hace habitualmente, The Los Angeles Times reportó el asunto desde la perspectiva del perseguidor: "Cuba Allows Opposition to Convene", es decir, "Castro autoriza reunión opositora", dejando bien parado en su cintillo al mismo régimen que la disidencia pretendía hacer quedar mal. "Reunión disidente aprueba resolución", reportaba después The New York Times, como si los participantes nunca hubieran sido fumigados con pesticidas.

Así los periódicos liberales lograron convertir en revés la victoria: el anuncio publicitario que enmarca la sucinta información del L.A. Timesofrece la foto del guajiro de Korda encaramado a un poste de la luz, por sólo $14.95 (más gastos de envío) y un anuncio de viajes (Holidays in Cuba: Tropical Paradise). La leyenda compite todavía con la dura realidad, y sale ganando.

Hasta ahí el dudoso respaldo de los americanos, del que Cason es linterna mágica y fantasmagoría. Sin embargo, a pesar de no contar realmente con él, la disidencia consiguió embarrarse de bushismo por contagio.

El día 22 de mayo Reuters reportaba sobre "los estrechos lazos de Martha Beatriz Roque con el exilio derechista de Miami y el apoyo que recibió del gobierno americano para la reunión de opositores". Pero todos sabemos que si Norteamérica respaldara de corazón la causa del pueblo cubano, votaría en masa por la candidatura de John Bolton a la posición de embajador de las Naciones Unidas. Sin embargo, la postura de Bolton con respecto al tema cubano (precisamente) es la que le ha ganado universal animadversión.