www.cubaencuentro.com Lunes, 13 de junio de 2005

 
  Parte 1/3
 
Negocios revolucionarios
Exportación de absurdos y tráfico de ideologías: El petróleo venezolano atornilla el presente de Fidel Castro, mientras Hugo Chávez se prepara para sucederlo.
por YAMILA RODRíGUEZ EDUARTE, Caracas
 

Las cada vez más estrechas relaciones entre Cuba y Venezuela son una rara mezcla de exportación de absurdos, tráfico de ideologías y negocios incomprensibles. Pudiera pensarse que este denso entramado intenta sostener el presente de Fidel Castro y la sucesión de Hugo Chávez en los foros antiimperialistas.

F. Castro
Chávez, Castro: ¿de vuelta al globo del CAME?

Este tipo de alianza que privilegia el nexo político no es nueva para el gobierno cubano. El extinto Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), del que la Isla formó parte desde 1972, funcionaba bajo un esquema artificial de cooperación entre los países miembros. Cuando el bloque socialista se vino abajo, se hizo evidente que la economía cubana no tenía asidero propio. Si seguía empeñada en la "vía socialista" debía conseguirse un nuevo mecenas.

Cuando ya nadie daba un medio por la revolución cubana, apareció un proveedor con una maleta repleta de dólares, y ansioso por ser adoptado políticamente por Fidel Castro. En su ocaso, el Comandante en Jefe no podía encontrar un sostén mejor que Hugo Chávez.

El suministro constante de petróleo venezolano le ha puesto flotadores a la economía cubana. El soporte financiero le ha dado un nuevo aire a Castro, quien ha retomado su vieja manía de grandeza. Haciendo suya una idea del discípulo venezolano, los dos gobernantes se han lanzado en lo que pudiera ser la última aventura continental de Fidel Castro. Se trata de la llamada Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA), una estrategia de integración entre países de la región, basada en la cooperación. Hasta el momento, Cuba y Venezuela están solas en esta aventura.

A fin de poner en marcha la novísima ALBA, Chávez realizó su duodécimo viaje a La Habana, el 28 de abril pasado. Durante 48 horas, se firmaron 49 convenios, los más jugosos para Cuba desde la desintegración de la Unión Soviética. Los acuerdos fueron empaquetados en una profusa retórica política, en franco desafío al Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA), impulsado por Estados Unidos.

Las cuentas de PDVSA

Las negociaciones con Cuba han levantado mucho polvo en suelo venezolano. A muchos les cuesta creer que Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA) esté haciendo un buen negocio con la instalación en La Habana de un centro de operaciones en el Caribe. El sentido común les dice que la poderosa petrolera no necesita de la devastada economía cubana para ampliar sus operaciones, ni sus mercados.

El hecho de que PDVSA sea propiedad del Estado venezolano ha sido muy beneficioso para Hugo Chávez. Sólo en el año 2004, las exportaciones de petróleo le aportaron a Venezuela 32.500 millones de dólares. Con los ingresos del petróleo, Chávez paga las cuentas de la "revolución bolivariana", financia la cubana y todavía le queda dinero para sus gastos personales.

Mientras Chávez despache desde el Palacio de Miraflores, Castro puede dejar de contar centavos y dedicarse a comandar la "batalla de ideas" por televisión, con la que castiga a diario a los cubanos. Los negocios que el gobernante venezolano abrió en La Habana calman el espíritu del atormentado comandante cubano. Con las filiales de PDVSA y del Banco Industrial de Venezuela (BIV), Castro aseguró la revolución, por los años que le queden a Chávez en el poder.

La flamante PDVSA-Cuba, ubicada en la Lonja del Comercio, en la Habana Vieja, es la primera compañía con capital totalmente venezolano radicada en la Isla. Tiene como misión servir de base de operaciones de la gigantesca petrolera en el Caribe. El acta de constitución explica que "la empresa trabajará con Cuba, tanto en los procesos de  exploración y producción (de nuevos pozos ubicados en el mar territorial), como de refinación y comercialización".

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