www.cubaencuentro.com Viernes, 15 de julio de 2005

 
Parte 1/4
 
Duanel Díaz sobre la entrevista a Hernández Busto (II)
 

Todo puede esperarse de quien plagia, adultera y escamotea de manera tan inescrupulosa como lo ha hecho Ernesto Hernández Busto en su libro Inventario de saldos y en la entrevista concedida a propósito a Jorge Luis Arcos. No me extraña entonces que en su réplica, detrás de cuya impostada elegancia se percibe el desespero de quien ha sido públicamente puesto en evidencia, eche mano a un tiempo del psicoanálisis de cafetería y del más rancio positivismo tainiano. Mi supuesta "carta" no es, según Hernández Busto, sino una absurda y altisonante "queja" motivada por un "problema de reconocimiento intelectual". Y a tal deficiencia psicológica viene a añadirse el "sofocante calor habanero" que me hace creerme "autoridad indiscutible" en un debate en el no soy "más que una nota al pie".

Por torpe y falaz, la primera explicación no merece refutación o comentario. La segunda, algo más significativa, me merece dos. Primero: aun cuando el que me correspondiera fuera este lugar secundario, ocurre que ni siquiera tal nota al calce aparece ni en la entrevista ni en el libro de Hernández Busto. Segundo: mi señalamiento del deliberado desconocimiento que este singular inventarista de la literatura cubana hace no sólo de mi trabajo sino también del de otros ensayistas que viven en Cuba es evidentemente impropio de quien se cree "autoridad indiscutible". Pues justo el tener en cuenta a todos los participantes es la garantía de legitimidad de cualquier debate; sólo cuando se reconoce al otro en calidad de interlocutor es que salimos de esos dos extremos especulares que son la aceptación de una "autoridad indiscutible" y la total negativa a reconocer la contribución ajena.

¿No implica el plagio, así sea a contrario, un tácito reconocimiento de la "autoridad indiscutible" de aquel cuyas palabras e ideas son suscritas al punto de ser tomadas y usadas como propias? La perspectiva de Hernández Busto es, pues, siempre la del plagiario. Mi señalamiento aboga, en cambio, por el diálogo crítico que constituye a todo debate legítimo.

A Debate
«No creo en el exilio como fatalidad»
JORGE LUIS ARCOS, Madrid
Duanel Díaz sobre la entrevista a Hernández Busto
Hernández Busto sobre el comentario de Duanel Díaz

Intentando tapar el sol con un dedo, a todo lo largo de su réplica llena de malabarismos y ademanes paternalistas Hernández Busto se enreda visiblemente en nuevas contradicciones y falacias. Una cosa es, sin embargo, cierta: no se trata aquí de una polémica literaria, lo cual, a pesar de lo afirmado por él, de sobra había quedado claro en mi nota, en la que me limité a apuntar cuestiones de hecho y de ética. En su rápida refutación Hernández Busto manifiesta evidentemente un sentido bastante personal de lo obvio; ¿o será que la esteticista superstición del estilo que atraviesa sus ensayos lo lleva a situarse más allá del bien y del mal, esto es, más allá del hecho y del invento, de la cita (con o sin nota al pie) y del plagio mondo y lirondo?

Pues tan obvio como que La Habana Elegante es una revista realizada en el exilio y que el libro de Rojas se publicó en México es que todo ello deja incólume mi denuncia de la parcialidad del inventario de Hernández Busto y la falsedad de su conclusión. Quien se tome el trabajo de releer las primeras declaraciones de su entrevista en Encuentro en la Redverá que allí no afirma sólo que la polémica sobre el canon literario cubano ha tenido lugar fuera de la Isla, sino también que los críticos involucrados en ella —de los que menciona sólo a algunos, dando por sentado que de citar más no haría sino reforzar su argumento— no "escriben hoy dentro de Cuba".

Hernández Busto quiere hacernos creer ahora que su inventario se limitaba a aquellos críticos que se acercan al tema "desde una perspectiva agónica[sic]". Dice no entender por qué cito a Ponte, quien, según él, no "aborda la literatura cubana en términos canónicos". Y alega que El libro perdido de los origenistas se publicó en el extranjero, ocultando el hecho, reconocido por el propio autor en sus notas bibliográficas, de que la mayoría de los ensayos que lo conforman fueron publicados originalmente en Cuba.

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