Fidel Castro y el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, firman un fuerte acuerdo económico y comercial que incluye la eliminación de aranceles, la ejecución de inversiones conjuntas y la compra cubana de petróleo a un precio mínimo garantizado.

Fidel Castro y Hugo Chávez en La Habana.

El convenio, suscrito durante una visita de Chávez a La Habana, se inscribe dentro de una iniciativa de integración, lanzada por el presidente venezolano, con el nombre de Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA).

El ALBA busca convertirse en contraparte del Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), impulsada por Estados Unidos.

"Ambas partes acuerdan ejecutar inversiones de interés mutuo (…) Estas inversiones pueden adoptar la forma de empresas mixtas, producciones cooperadas y otras modalidad de asociación", dice el convenio, que considera también la apertura de subsidiarias de bancos de propiedad estatal en el territorio de cada uno de los países.

Ambos gobiernos eliminan de modo inmediato "los aranceles o cualquier tipo de barrera arancelaria" a todas las importaciones.

Además, el acuerdo exime de impuestos sobre los beneficios a toda inversión estatal y de empresas mixtas venezolanas durante el período de recuperación de la inversión, y elimina las restricciones a esas inversiones, permitiendo que la parte venezolana pueda controlar el 100% de futuros negocios conjuntos.

"Teniendo en cuenta la tradicional volatilidad de los precios del petróleo, Cuba ofrece a Venezuela un precio garantizado no inferior a 27 dólares por barril", dice el texto del convenio. En 2004, el precio del crudo llegó a superar los 50 dólares por barril.

Roces diplomáticos entre La Habana y Buenos Aires por el caso de Hilda Molina

El presidente argentino, Néstor Kirchner, designa como nuevo embajador en Cuba al subsecretario de Relaciones Latinoamericanas de la cancillería argentina, Darío Alessandro, en reemplazo de Raúl Taleb.

La destitución de Taleb es consecuencia de una crisis surgida por el caso de la neurocirujana cubana Hilda Molina, que le cuesta también el puesto al del jefe de Gabinete de la cancillería, Eduardo Valdés.

Valdés es reemplazado por Aníbal Gutiérrez, secretario privado del ministro de Exteriores, Rafael Bielsa.

Molina reclama desde hace diez años al gobierno de Fidel Castro que le permita viajar a Argentina para reunirse con su hijo, el médico Roberto Quiñones, y conocer a sus nietos.

El reclamo había llegado hasta Kirchner, quien a principios de diciembre envió una carta a Castro intercediendo por la doctora.

Al parecer, en contra de los pronósticos de los funcionarios argentinos, que contaban con una respuesta positiva dado el buen estado de las relaciones entre La Habana y Buenos Aires, Castro rechazó autorizar la salida de Molina y propuso que fuese la familia de la doctora la que viajase a la Isla.

La situación se desbordó a mediados de mes, cuando la neurocirujana, de 61 años, ingresó a la sede de la embajada argentina en Cuba y permaneció allí por más de 24 horas. Esto provocó rumores sobre un eventual pedido de asilo político, que finalmente fue desmentido.

Tras su destitución, Taleb afirma que no coincide con la estrategia seguida por la cancillería de su país en el caso de la neurocirujana.

"Yo había sugerido que este era un tema que, si se lo mantenía en agenda, podría traer problemas", dice el ex embajador, y revela que "había un doble discurso de ciertos funcionarios de la diplomacia cubana que dejaban abierta la posibilidad" de la salida de la doctora.