Levantando un muerto

Ritter resume una variedad de políticas para conseguir la convertibilidad del peso, entre ellas, políticas de devaluación, una política monetaria orientada a incrementar la demanda del peso, una nueva y coherente política fiscal, la liberalización de los precios y los salarios, conjuntamente con una modificación radical en el sistema de subsidios de la Seguridad Social.

Asimismo, sería indispensable levantar la prohibición con respecto a la pequeña y la mediana empresa, lo cual permitiría un incremento en la variedad de los bienes y servicios exportables. Estas medidas, según él, promocionarían las exportaciones, incrementarían la demanda internacional del peso cubano, harían más abundante el dólar en la economía cubana y fortalecerían la posición del peso. Por último, la integración de Cuba a los organismos financieros internacionales resultaría muy beneficiosa en aras de obtener una buena cantidad de crédito con la cual afrontar los enormes desafíos que encierra semejante reestructuración.

El ajuste de la economía cubana, en cuanto a la eliminación del subsidio, ya se produjo, aunque tal ajuste no ha sido acompañado de una transformación. Esto sugiere que cuando tal transformación tenga lugar, acarreará también un coste adicional para la masiva población urbana y rural que se debate en un mundo de precariedad e incertidumbre, miseria y desconfianza, vinculado al circuito de la economía en moneda nacional.

No obstante, la contrapartida de la transformación podría reflejarse en una rápida recuperación, pues cualquier reforma que se lleve a cabo en la dirección del mercado como factor dinamizador de economías centralizadas en proceso de estancamiento o de recesión, sólo podrá traer incrementos en la renta, mejorando sustancialmente la situación de marginación y pobreza del sector mayoritario de la población.

En resumen, las medidas de política económica que serían necesarias para fortalecer el rol del peso como una moneda convertible fuerte, requieren una transformación radical de la sociedad, la cual sólo podría desplegarse durante una transición pacífica hacia una economía de mercado.

El gobierno de transición deberá definir e implementar un régimen monetario y formular y aplicar las políticas monetarias dirigidas a estimular la inversión, mantener la estabilidad cambiaria y elevar gradualmente el nivel de vida de la población.

Aunque sería muy deseable la adopción de un peso convertible y negociable, es obvio que la aplicación de las políticas reseñadas más arriba, no ofrecerá resultados de inmediato, con lo cual sería aconsejable que el gobierno de transición mantuviese el régimen dual durante un tiempo prudencial. La actual circulación del dólar en el país resulta un elemento atractivo para las inversiones, las cuales seguirán desempeñando un papel decisivo en la reconstrucción económica. El régimen dual deberá mantenerse entonces hasta que maduren los requisitos para el restablecimiento de instituciones financieras, tales como una nueva banca central y el logro de una alta credibilidad mediante una política monetaria eficaz. Un aspecto muy importante reside en los valores profesionales y éticos de las personas que asuman la dirección del sector y de su autonomía con respecto a las presiones gubernamentales.

La aplicación de tales medidas, tanto desde el punto económico, como de su viabilidad política, implica grandes dificultades y exige una elevada dosis de compromiso de todos los que asuman responsabilidades en la conducción de la transición económica. Aunque durante la misma se afrontarán diversos problemas y la implementación de todas las políticas no siempre arrojará los resultados previstos, la oportunidad de ser libres para elegir el camino que finalmente nos conduzca a nuestro bienestar amerita el esfuerzo de todos.