www.cubaencuentro.com Jueves, 21 de octubre de 2004

 
  Parte 2/2
 
Lecturas entre líneas
Por mucho que la censura se esmere, los conflictos sociales se escurren en la prensa oficial en forma de deslices.
por MIGUEL CABRERA PEñA, Santiago de Chile
 

Lugar para el 'lapsus'

Después que se divulgara el informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en que se ratifica que Cuba ocupa el primer lugar por su tasa de suicidios en América Latina, una página del Portal Cubano en Internet, titulada Consultas Médicas, publicó una entrevista con la doctora Lourdes H. Barroso, máster en Psiquiatría Social y profesora universitaria. Aquí el resbalón fue también grandioso. Resulta sintomático que el periodista que escribió la entrevista no la publicara —para el público cubano— en Granma, diario donde labora desde hace muchos años.

La doctora, además de enfatizar el carácter multifactorial que conduce al suicidio, sí dejó claro que el alcoholismo es el responsable de la tercera parte de los suicidios, como "mundialmente se considera", dijo la especialista.

Así, de un salto, no sólo ocupa la Isla el podio más elevado en suicidios per cápita en el subcontinente, sino que aparece también el alcoholismo, en lo cual rivaliza con los primeros lugares del planeta. Son estos primores los que regularmente oculta el régimen a sus ciudadanos. Desde luego que sobre el informe de la OMS no se dice una palabra. Tampoco sobre los índices de alcoholismo. Eso no es realidad objetiva, pertenece a una dimensión no cubana, perdida acaso en algún oscuro pozo entre galaxias, sitio ido de la mano de Dios.

No hace mucho, Encuentro en la Red refería la deslealtad actual con lo que en una época fue el ABC sociológico marxista para analizar conductas delictivas como el robo y la prostitución. Esto es de interés irremediable. No tan recientemente, también Juventud Rebelde tanteó el robo y los maltratos de que fueron objeto en 2003 casi 800 teléfonos públicos, que a la empresa ETECSA costaron 58.000 dólares y más de 18.000 pesos entre reparaciones y reposiciones.

Como en Ciudad de La Habana ocurren dos tercios de esos actos, se entrevistó al teniente coronel Vladimir Campos, segundo jefe de la unidad provincial de patrulla en la urbe. Después de precisar los móviles del robo de teléfonos —el dinero— y de distinguir entre el que busca algo y los "muchachos" que cometen esa falta por "maldad", el agente señaló: "se ha dado el caso en que se ha sustraído un teléfono público que sólo opera con tarjetas magnéticas. Eso demuestra que no sólo es el interés monetario el móvil que impulsa a cometer semejantes actos".

Más claro ni el sol. Un oficial y dirigente de la policía cubana admite que en la destrucción de teléfonos hay involucrada rebeldía y una forma de protesta política. Difícilmente ocurra algo más idóneo para enfurecer a los funcionarios del Comité Central que atienden la prensa. La reprimenda sin duda se encaramó en altísimos decibeles. El resbalón en esta oportunidad fue apoteósico.

Son innúmeros los fenómenos sociales sobre los que resulta imposible pasar sin tropiezo, sin resbalón. Pero el poder prefiere no indagar en lo que compromete. De tal manera se genera la impresión —falsa desde luego— de que Cuba es diferente, que vivimos en asepsia, y muy contentos, en la redoma del socialismo caribeño.

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