www.cubaencuentro.com Viernes, 03 de diciembre de 2004

 
  Parte 1/2
 
Con piano, ¿o con cencerro?
Lo que dice la calle, el voto simbólico de los disidentes y la reelección de Bush.
por JOSé H. FERNáNDEZ, La Habana
 

Las malas noticias —como siempre ha sucedido con las buenas— ahora también nos llegan tarde: resulta que un alto por ciento de la población cubana "de adentro" deseaba la reelección de Bush como presidente de Estados Unidos. Miren para eso. Me desayuno. No sé en qué zona del anillo de Saturno estaba yo cuando realizaron la encuesta.

G. Bush
Bush: ¿el 'hombre perfecto' para la disidencia interna?

Pero en fin, así se afirma en el artículo Castro contra las cuerdas, publicado por Encuentro en la Red el pasado 9 de noviembre.

Para mí, el dato constituye una exageración, un despropósito, habida cuenta que la gente de acá, si bien demuestra hallarse hasta la coronilla del yugo totalitario, está igualmente convencida de que la solución de sus calamidades no depende de las medidas de argolla ni, en general, de la política esperpéntica que como única alternativa nos extienden hoy el texano y su tropa.

Mucho menos de la intromisión descubierta que prefiguran sus acciones, todas. En primera, porque han servido siempre de argumento para que el régimen de aquí vire la tortilla ante el mundo, pasándose de victimario a víctima. Y en segunda, porque por más que nos apure el restablecimiento de la democracia, sabemos que la única forma verdaderamente constructiva de conseguirla radica en nuestros propios esfuerzos, con la ayuda que nos brinden desde el exterior, cierto, pero sin el patrocinio de nadie que no seamos los cubanos de adentro y de afuera.

Esa y no otra podría ser en realidad la opinión mayoritaria en el país. Aunque tampoco me atrevo a jurarlo con la mano sobre La Biblia, puesto que no he tenido la suerte de consultar fuentes tan autorizadas como las que tal vez se usaron en el artículo Castro contra las cuerdas. De hecho, no me baso en fuente alguna que no sean mis orejas, mis ojos y mi condición de simple número en la fila de los habaneros de a pie.

'Que se afecte el régimen, pero no el pueblo'

También el artículo en cuestión cita una frase de la periodista independiente Claudia Márquez, según la cual Bush "es el hombre perfecto para que acorrale con sanciones al régimen cubano, aunque muchas de ellas nos afecten". Es la libre opinión de una persona y en tal sentido resulta indiscutible. Pero donde se traba el paraguas, creo yo, es a continuación, cuando el articulista agrega: "En las callejuelas estrechas de la Habana Vieja los cubanos de a pie piensan de manera similar a Márquez".

Pues juraría que no. Lo que yo veo y escucho en todas las callejuelas y andurriales de esta ciudad es que no creemos ya en la existencia de hombres perfectos y que una vez consumida nuestra cuota de infierno en la tierra, sólo estamos dispuestos a agradecer sanciones que afecten al régimen pero sin dificultarnos —todavía más— nuestro acceso al chícharo. Lo que veo y escucho a diario es que Bush nos jeringa y, aunque no tanto como Castro, también nos asusta.

No obstante, insisto en dejar margen para un posible error de apreciación por parte mía. Y más cuando supongo que el autor del artículo citado debió buscar respuestas no entre psiquiatras y psicólogos —como sugiere en plan irónico—, ni aun entre expertos de las Ciencias Políticas, sino en el hondo corazón del pueblo, o sea, debajo de la mata, que es donde caen los cocos.

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