www.cubaencuentro.com Miércoles, 18 de mayo de 2005

 
  Parte 1/3
 
¿Un tigre de papel?
La Fundación Nacional Cubano-Americana ante el mayor reto de su historia: recuperar la influencia perdida.
por IVETTE LEYVA MARTíNEZ, Miami
 

A casi un cuarto de siglo de su creación, la Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA) enfrenta el mayor reto de su historia: recuperar la influencia política que ha perdido paulatinamente.

J. M. Santos
Jorge Mas Santos, presidente de la FNCA.

El largo proceso de declive de la que fuera la organización más poderosa del exilio comenzó con la muerte de su líder fundador, Jorge Mas Canosa, en 1997, y parece hallarse en su momento más álgido, como indican algunos hechos recientes.

La organización se vio obligada a clausurar su "embajada" en Washington; en enero, el congresista Mario Díaz-Balart intentó cerrarle las puertas a una gala por la reelección de George W. Bush; poco después, en Madrid, el canciller Miguel Ángel Moratinos canceló sorpresivamente una reunión con el presidente de la FNCA, Jorge Mas Santos, y en febrero fracasó en Ciudad de México una reunión de exiliados cubanos que tenía a la organización como plato fuerte.

¿A menos ortodoxia, menos influencia?

"La Fundación está en transición y tiene que buscar un nuevo discurso. Es un proceso interesante que ilustra la fragmentación de la comunidad conservadora cubana", opinó Damián Fernández, director del Centro de Estudios Cubanos de la Universidad Internacional de la Florida (FIU).

Mas Canosa gozó de una influencia sin precedentes en la política estadounidense, con un liderazgo forjado sobre la base de su carisma, poder económico, cabildeo bipartidista, y en particular, por sus vínculos amistosos e ideológicos con Ronald Reagan.

Como era previsible, tras la muerte de Mas Canosa y el traspaso de poder a su hijo comenzaron las pugnas internas entre los miembros radicales y moderados de la organización, que culminaron con la escisión en 2001 y la formación del Consejo por la Libertad de Cuba (CLC).

Formado por partidarios de la "línea dura" en la política hacia La Habana —respaldo incondicional a las sanciones económicas, negativa a cualquier tipo de contactos con el gobierno cubano, apoyo selectivo a la disidencia interna—, el CLC parece gozar hoy de más influencia en el gobierno de George W. Bush, al que lo unen vínculos ideológicos.

"Creo que la Fundación ha intentado adoptar una estrategia menos ortodoxa y tradicional hacia Cuba que la que tenía en sus primeros tiempos, pero ha perdido influencia y credibilidad entre los elementos centristas y conservadores del exilio", opinó Antonio Jorge, profesor de FIU.

Lo que sucedió en los cuatro años siguientes a la escisión muestra la búsqueda de un nuevo rumbo de la FNCA: énfasis en el apoyo a la disidencia interna, incluyendo al Proyecto Varela de Oswaldo Payá —denostado por los "duros" de Miami—, abierta disposición al diálogo con miembros del gobierno cubano, menor énfasis en el embargo y rechazo a las medidas de restricción de viajes y envíos de paquetes a Cuba, adoptadas en 2004 por el gobierno de Bush.

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