www.cubaencuentro.com Viernes, 18 de julio de 2003

 
  Parte 2/2
 
'Comandante'
El reciente documental de Oliver Stone podría proporcionarle a Castro un nuevo título: el de mejor actor entre los gobernantes de todos los tiempos.
por ENRIQUE COLLAZO, Madrid
 

A guisa de ejemplo puede citarse cómo Castro —mientras despacha un exquisito manjar— niega categóricamente haber estado dispuesto a llevar al mundo al holocausto nuclear durante la crisis de octubre de 1962, teniendo el descaro de atribuirlo a la deficiente comunicación entre rusos y cubanos, por culpa de la incapacidad del personal soviético de comprender el idioma español. Con el mayor cinismo se atreve a negar que en Cuba se torture a los presos políticos, a la vez que se jacta de que las prostitutas cubanas tienen un nivel de instrucción universitario. Entretanto, se burla de uno de los camarógrafos que captó escenas de cuan dura es la vida para la población y que ciertamente es muy delgado, invitándolo a que se quede en la Isla para que engorde. Tales expresiones denotan hasta qué punto Castro es capaz de mofarse de las situaciones vergonzosas y aberrantes que él mismo ha provocado a lo largo de su dilatado y absoluto ejercicio del poder.

Castro, que asume cada aparición pública como un enfrentamiento que hay que ganarle al "enemigo" —en este caso Stone— pero que le encanta ser adorado por Estados Unidos, aprovechó la entrevista de uno de los más prestigiosos y polémicos realizadores de Hollywood para montar otra de sus bufonadas costumbristas, bastante grotesca por demás. En todo momento el anciano barbudo se esfuerza por dar una imagen de gobernante equilibrado, persuasivo, democrático —aunque parezca increíble, tiene la desfachatez de sostenerlo—, amable y simpático, con el fin de cosechar apoyos en el interior del imperio que lo mantiene bloqueado, pero del que también espera un gesto de buena voluntad que le permita superar la crisis y así "convertir el revés en victoria".

Inesperadamente, la cadena HBO anunció que iba a retrasar el debut televisivo del documental de forma indefinida, con lo cual el espectador norteamericano no tendrá de momento el placer de presenciar quizás la más convincente actuación que gobernante alguno haya sido capaz de proyectar en pantalla, aunque sería una verdadera lástima que antes de fin de año no lo difundieran, pues Castro muy bien podría optar por el Emmy de actuación masculino. Sin duda, el resto de los nominados lo tendrían muy difícil.

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