Reinaldo Montero acaba de ganar el Premio Internacional Alejo Carpentier con la novela La visita de la Infanta (Jardín de consolación). El premio suena a Centenario, huele a "Siglo de las Luces", y mirándolo de cerca (casi nadie ha podido leer lo que aun está inédito) parece un premio justo para hacer honores al nombre del concurso. ¿Tiene Montero una "güija" en su Habana seca y parda que le permitió ganar el concurso Alejo con una obra carpenteriana? Les cuento, porque si nos ponemos rigurosamente supersticiosos, tal parece que con el premio se le ha dado al César lo que es del César.
Mi llegada a esta ciudad coincidió con la llegada de la novela de Reinaldo Montero a otro concurso, que hoy por hoy tiene algo de real-fantasmagórico, puesto que el año pasado quedó desierto: el Casa de América de Madrid. Yo fungía de "cribador", es decir, de fantasma no tan inasible como anónimo, encargado de leer los muchos trabajos y dejarle al jurado una rigurosa nómina de finalistas.
Lo primero que hice esa mañana fue verificar nacionalidades de concursantes en la lista, y por ningún lado vi al autor de Jardín de consolación, el título con el que concursó en Madrid. Simplemente, la obra figuraba como española debido a un error de lo más peninsular: el matasellos local. Dos horas después descubrí que uno de mis homólogos separaba para posible finalista la novela de este escritor de cuyo nombre siempre tengo que acordarme: cada vez que visito Cuba él anda por ahí, diciéndome que lea una novela suya que incurre en alrededor de quinientas páginas.
Esta vez me lancé no ya a las quinientas, sino a una más humana extensión para estos tiempos que corren, y leí el manuscrito. Una semana después y a punto de estrechar el embudo a cinco finalistas, de entre los cuales era un consuelo tener el Jardín… de Reinaldo, me entero por la ingrata prensa que había ganado el Carpentier. Enarbolé la terrorista noticia entre los cribadores, que dábamos aquella obra culterana, elegante y ágil, como favorita, y tuvimos que reformatear nuestras jerarquías para el jurado.
Nunca se sabe, pues los senderos del jurado son inescrutables, pero es indudable que la obra de Reinaldo Montero tiene madera de premio, aquí o allá. Pero por una especie de imantación de los signos le correspondió el Premio Alejo Carpentier a esta obra que mucho tiene de su estirpe. ¿El premio ganó a Reinaldo, o Reinaldo ganó el premio? |