www.cubaencuentro.com Viernes, 18 de julio de 2003

 
  Parte 2/3
 
Caracas: Chávez, ¿el clon de Castro?
por BENIGNO NIETO
 

"Pero Chávez perdería unas elecciones, ¿no?", lo interrumpo.

"Depende. La oposición está unida para el revocatorio, no para un proceso electoral. Si hay elecciones, se desatarán las ambiciones presidenciales. Si la oposición se fragmenta y no logra un candidato único, Chávez tiene el 30% en las encuestas, y con eso puede ganar la presidencia (acuérdate que Caldera ganó con menos del 25%). Enrique Mendoza, que va de segundo, sólo tiene el 16%".

Los medios contra Chávez

Es la tragedia de Venezuela. No ha surgido el candidato que galvanice el odio contra Chávez. Los viejos partidos políticos están desprestigiados y sin militantes. ¿Quiénes los han sustituido? ¿Quién mantiene viva, informada y vigilante a la ciudadanía? Los medios de comunicación. Por eso, Chávez habla de "conspiración mediática".

Es un caso inédito: Los medios convertidos en partidos políticos. Han tomado conciencia que peligra la libertad y la democracia. El poder de la palabra y de la imagen, contra la amenaza totalitaria. Chávez está en guerra contra los medios. Ellos son sus opositores reales. "Cualquier emisora, periódico o televisora, es hoy más importante que un partido político", dice el poeta y escritor Arráiz Lucca.

Chávez llama a las televisoras independientes "los cuatro jinetes del Apocalipsis". Controla los dos canales estatales, ha comprado emisoras y sobornado, pero los comunicadores venezolanos (aquí se hace un periodismo combativo, crítico y brillante) se han comportado con valentía ejemplar. Nadie aprecia la libertad hasta que está a punto de perderla.

La paradoja es que los medios destruyeron a los partidos políticos y crearon este Frankenstein impredecible, que amenaza ahora con implantar un totalitarismo a la cubana. Por eso luchan por derrocarlo. La mayoría de los intelectuales y artistas, incluso de izquierda (entre ellos, probablemente, "los ochocientos" que defendieron a Castro en 1989), están asustados.

"Chávez ha logrado lo que no pudimos los cubanos en tres décadas de denuncias: convertir a los venezolanos en anticastristas", suspira Silvia Mezo, presidenta de la Comisión de Derechos Humanos cubano-venezolana. "Una se siente reivindicada, pero el precio es demasiado alto".

Hasta Zapata, el caricaturista de El Nacional, una institución cultural de izquierda, está contra Chávez. Quizá resiente que le robó el protagonismo cómico con sus axiomas mesiánicos: "Águila no caza mosca". "Temblad, oligarcas". "Yo envaino, o desenvaino mi espada, según el caso", se jacta el presuntuoso coronel.

Cuando visita otro país, Chávez se comporta como un gitano de feria. "Yo he sido maoísta toda mi vida", dijo en China, sin percatarse de la preocupación de los discretos funcionarios chinos. "He sido shiita toda mi vida", dijo en Irán, frente al Ayatolá. Y hace unos días, en la Argentina de Kirchner, se proclamó "peronista".

Cada domingo, desde su programa "Aló, Presidente", uniformado y jactancioso con su boina roja de paracaidista, Chávez aviva la candela, despotrica contra sus enemigos, inventa un país virtual. Pareciera un Frankenstein fabricado con los cadáveres de lasideas revolucionarias y programado con el software de discursos nacionalistas y tercermundistas. Con sus sarcasmos apocalípticos y su agresividad verbal, ha inflamado las peores pasiones y dividido al país profundamente.

Pero es falso que Venezuela esté polarizada entre pobres y ricos. Si la pobreza alcanza al 72 por ciento de los venezolanos, ¿por qué sólo el 30 por ciento apoya a Chávez? ¿Dónde está el 42 por ciento restante?

Sucede que los chavistas se han atrincherado en las barriadas pobres, donde antes contaban con un amplio apoyo. Las llaman "zonas liberadas" en el oeste de Caracas. Allí funcionan como pandilleros emboscados (entrenados, dicen, por cubanos), que actúan ante la complacencia de la Guardia Nacional (recientemente dispararon contra una manifestación pacífica en Catia, con un muerto y decenas de heridos). En esas barriadas del oeste, acorralada por el hampa y los Círculos Bolivarianos, la gente humilde vive bajo el terror.

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