www.cubaencuentro.com Viernes, 18 de julio de 2003

 
  Parte 2/2
 
Munich: De viaje en viaje
Salir de afuera y viajar adentro: Observaciones de una turista alemana a su paso por la capital de la Isla.
por CHRISTINE GROTHE
 

Como lector aficionado, ha visitado muchas plazas atrayentes. ¿Cuál será su visión imaginaria de este otro mundo? ¿La de un Petersburgo de los años 20 ó 30, la de una Praga reflejada en algunas obras de Kundera, la de una Alemania imperial o republicana palpable en Thomas Mann? Probablemente no: Será lo suficientemente realista como para no creer que la situación actual coincide con la de la imagen unas veces embellecedora, otras deformadora, de esos espacios y tiempos. No obstante, ¿se desilusionará cuando arribe a esos sitios? Si es que alguna vez tiene la oportunidad de visitarlos: Pertenece a una especie casi extinguida que ha conservado su rectitud, su dignidad; íntegra, librepensadora, cuyas posibilidades de salir de Cuba son exiguas.

En la Isla se da el caso de personas con más talento para salir, como una artista con la que también se cruza K. Mujer ágil, comprometida con la literatura, el cine, con las artes en general, siempre ha regresado de sus estancias de varios meses en el extranjero; según afirma, no puede vivir enteramente dentro ni para siempre fuera. Conseguir moverse entre los dos mundos, sin embargo, debe de ser como bailar en la cuerda floja (el don innato que se dice tienen los cubanos para mover el cuerpo poco servirá en este caso). ¿Hay que hacer concesiones, ser o pretender ser conformista? ¿Hay que asociarse a alguna organización oficial? ¿Cómo conseguir una invitación cultural, los medios financieros para viajar sin humillarse, sin prostituirse (no en la acepción más común de vender el cuerpo, sino en un sentido más amplio de la palabra)? ¿Dónde está la frontera? Ciertamente ayuda tener buenos contactos y conocer a mucha gente. No obstante, será una lucha permanente.

Durante la Feria del Libro de La Habana, también parecía que luchaban (contra molinos de viento) los jóvenes poetas cubanos en su ansia por salir. Por conseguir el apoyo de alguna persona importante dentro del mundo artístico internacional. En un ámbito cultural, dentro de una sociedad supuestamente solidaria, donde se debería jugar limpio —concepto ciertamente ingenuo—, escucha K historias de maquinaciones y se asombra de unos comportamientos miserables que pensó eran privilegio del mundo capitalista, donde cierta gente ambiciosa hace cualquier cosa con tal de subir un peldaño más en la jerarquía de su empresa.

¿Dónde está la diferencia entre Cuba y Alemania, entre un sistema seudo socialista y uno capitalista? Comparar lo ajeno con lo propio o conocido es algo que tarde o temprano hace quien emprende un viaje con el propósito de descubrir, de cuestionar o —si hace falta— rectificar opiniones prefabricadas; de liberarse de prejuicios que tal vez por ignorancia se hayan impuesto. Una razón de más para que ningún ser humano sea privado del derecho fundamental de moverse libremente, de salir y entrar de su país natal.

En el caso de Cuba ello parece un llamamiento utópico: Hace poco un viaje en lancha, emprendido a la fuerza, acabó para los viajeros en el paredón y el calabozo. Entretanto, recluidos —por propia voluntad—en una fortaleza hotelera de La Habana, unos cuantos turistas probablemente se divertían desentendiéndose de todo lo que pasaba fuera de su paraíso exclusivo. "Uno siempre debería viajar", y no sólo física, sino mentalmente. O viceversa.

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