www.cubaencuentro.com Martes, 30 de marzo de 2004

 
  Parte 1/2
 
París: El chisme
¿Qué ocurre si los medios de la sociedad están en manos del gobierno, el gobierno está en manos de un único partido, el partido está en manos de un sólo líder, y el líder está en sus propias manos?
por ARIEL LEóN
 

Casi todos sabemos que en los países donde los medios de comunicación se encuentran en una etapa avanzada de desarrollo, éstos concentran lo que se llama la opinión; aunque algunos autores no piensan así, hablan de censura, de autocensura, de micro y macrocensura o de opinión condicionada. Lo sabemos porque sus críticas han sido publicadas, inexplicablemente, en alguno de esos mismos medios.

La prensa oficial
¿Quién dice más? ¿El 'Granma' o la calle?

Pero, ¿qué pasa con los países del llamado Tercer Mundo que no cuentan con los recursos de aquéllos? ¿Qué sucede allí con la información, si además se trata de un país no ya del Tercer Mundo, sino del otro mundo? Por ejemplo, digamos, Cuba. ¿Qué ocurre si los pocos medios que posee la sociedad están en manos del gobierno, el gobierno está en manos de un único partido, el partido está en manos de un sólo líder, y el líder está en sus propias manos? Pasa lo siguiente: tenemos otro fenómeno ausente en las naciones desarrolladas. Tenemos el chisme.

En el Diccionario de la Real Academia Española leemos lo que sigue. Chisme (De chismar): Noticia verdadera o falsa, o comentario que sirve para murmurar de alguna persona. Verdadera, falsa, comentario, murmurar; estos cuatro elementos nos permiten descubrir la secreta coherencia que existe en Cuba entre algunos medios que utiliza tanto el gobierno como el pueblo.

Pongamos las cosas en su lugar. En Cuba se encuentra un único líder con gobierno, prensa y televisión por una parte. Por la otra, el pueblo. El gobierno tiene a su favor todos los periódicos y los tres canales de televisión (más otros recursos aledaños). El pueblo, la boca. En este país el chisme no sólo tiene el papel de contrapesar los "medias" estatales (medias a medias, a causa de la crisis económica) sino que se ha vuelto "media" él mismo.

En los periódicos tenemos una barahúnda de noticias que pueden ser verdaderas o falsas, y que avaladas siempre por datos aportados por dudosas estadísticas inverificables, pueden identificarse como una murmuración (De chismar). El pueblo, que a veces no cree en lo que lee, y otras no lee porque conoce de antemano lo que se publica, al no poder opinar libremente, decide expresar sus opiniones en voz baja en las esquinas de los bares, en el hogar, en los parques, es decir, murmura (también de la misma raíz).

Esta murmuración, sin embargo, no siempre sirve para decir la verdad. A veces, incluso, puede funcionar a favor del gobierno. De esta forma, las murmuraciones  que se leen en la prensa son afrontadas con otras murmuraciones. Muchas veces no se trata de desmentir lo que se lee, sino de añadir, por simbiosis de estrategias, un chisme al otro. Si existe algún elemento donde el pueblo se siente identificado con el gobierno, este es el chisme.

Esta afinidad común sincroniza perfectamente ambos modos de comunicación. El pueblo tiene con el chisme un espacio marginal que le permite desahogar lo que se calla en el espacio público, le sirve como válvula de escape y lo compensa del hecho de no poder enfrentar directamente la censura.

El gobierno, por su parte, ha institucionalizado el chisme a través de la prensa y la televisión, pero también se sirve de él en la calle para que el pueblo continúe desarrollando ese espacio de desacuerdo que no atenta, por su carácter efímero y aleatorio, contra el poder.

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