Eso usted lo expone muy bien a lo largo del libro…

Castro sí tiraba muchas balas al tiro al blanco. Esto es contradictorio, inconcebible, la gente no imagina que un individuo cobarde haya jugado ese papel en la historia de Cuba y en la del mundo, porque es un personaje de talla mundial; pero es su astucia, su audacia, además de que es un calculador. Hay un episodio de la Crisis de Octubre —todo esto yo lo conocí después, ya en libertad—, cuando Kruschev está frente a Kennedy, uno en Washington y el otro en Moscú, y Castro le dice a Kruschev: "Tírele, inicie una guerra preventiva". Pero Castro dijo eso convencido de que Kruschev no iba a aceptar su consejo.

Con su inteligencia calculadora, sabe hasta dónde puede llegar, y llega hasta el punto ese donde ya el peligro es de verdad inminente, pero le tiene un amor tremendo a su pellejo. Yo creo que en el futuro mucha gente lo estudiará desde el punto de vista de la psicología y de la conducta del ser humano, de cómo un personaje así ha podido jugar ese papel siendo un hombre cobardón, favorecido por el malabarismo de su personalidad, la dialéctica, la estampa.

Fidel Castro tiene mucha habilidad para el dominio de la escena, yo lo observaba y a veces me reía para mis adentros. En La Plata, a pesar de que yo siempre estaba organizando las cosas como jefe del campamento —tuvimos que invertir mucho tiempo en la instrucción de obras defensivas, trincheras y túneles para las misiones, etcétera—, él siempre decía: "No, tienes que estar aquí, después te vas, pero por la mañana yo quiero que estés al lado mío y quiero que estés cada vez que yo atiendo gente, sean compañeros del Ejército Rebelde o gentes que viene del llano, yo quiero que tú estés". Una demostración de lealtad pero, entre otras cosas, de influir en mí y tratar de ganarse mi confianza y conocerme más de cerca para ver si tenía puntos débiles.

Esta última ola represiva ha conmovido a la opinión pública internacional. ¿Cómo aprovecharían mejor los gobiernos democráticos la actual coyuntura?

Creo que es necesario que un grupo de naciones del mundo libre, encabezado, por ejemplo, por España —por su influencia en la Comunidad Europea y en el mundo, en todo el ámbito latinoamericano—, debiera darle forma a una amnistía, crear un bloque de naciones solidarias con el pueblo de Cuba. Creo que es necesario porque Castro ha insistido en la confrontación entre Washington y La Habana, en su enfrentamiento al imperialismo, está empecinado en una guerra con Estados Unidos, en que la lucha no es del pueblo cubano cuando el conflicto de verdad es de Castro y su régimen con el pueblo de Cuba. Esa es la verdadera disputa, el verdadero conflicto: un pueblo que no quiere seguir siendo oprimido, ultrajado en todos los aspectos, frente a un dictador empecinado en pisotearlo.

Por otro lado, la Organización de Estados Americanos, como La Habana fue eliminada desde hace un montón de años, cada vez que se reúne dice: "Bueno, es que no hay jurisdicción sobre Cuba". Dicho sea de paso, Gaviria es un individuo que ha sido chantajeado por Fidel Castro. Ahora, en el caso de Venezuela, se ha colocado más o menos al lado de las apariencias, pero Gaviria durante una época fue una celestina de Fidel Castro, un tipo cobardón cuando estaba de presidente y creo que todavía después. Fue a la Organización de Estados Americanos seguramente por insinuación de Castro, que le habrá dicho: "Métete ahí y busca la manera de hacerte Secretario General de la OEA".

La OEA no tiene jurisdicción, la Asamblea de Naciones Unidas tampoco la tiene, el Consejo de Seguridad ya hemos visto cómo tira para acá y para allá, la Comisión de Derechos Humanos es una burla (con nada menos que Libia en la presidencia). Fidel Castro se ríe de eso y en fin, no hay foro internacional competente para presionarlo, pero sí procede que unos cuantos países —por razones morales identificados con la causa democrática del pueblo de Cuba— asuman la posición de interlocutores de Fidel Castro, y la persona ideal sería Aznar.