No podemos olvidar que el castrismo es la única dictadura del hemisferio, y sus acciones internacionales la han colocado en una selecta lista de siete países que Estados Unidos considera Estados terroristas. Por otra parte, con la desaparición de los billones que la Unión Soviética inyectaba a Cuba cada año, es que el efecto del embargo se manifiesta, con la disminución del aparato militar y la limitación de sus acciones bélicas y terroristas en otros países. Imagínate a un Fidel Castro fortalecido con el levantamiento del embargo ante la existencia de las guerrillas terroristas y los vientos anti-democráticos que están afectando a ciertos países de América Latina. Ante todo este panorama, levantar el embargo sería un grave error.

Algunos analistas hablan, en general, de un nuevo discurso en el exilio. Una reciente encuesta de Schroth & Associates en Miami reveló que el 54% de los sondeados está a favor, junto con la FNCA, de futuras conversaciones con representantes de La Habana (si se exceptúa a los hermanos Castro). Otra de la Cuba Study Group indicó que el 61% de los encuestados aspira al "perdón y la reconciliación" entre cubanos y el 78% quiere una transición "gradual y pacífica". ¿Cómo valora usted el espectro político actual del exilio (no sólo en EEUU) y qué posición defiende su organización?

El llamado "nuevo discurso" es en realidad un esfuerzo por demostrar que creemos en lo que predicamos. Si hablamos de una Cuba donde predomine el espíritu de la tolerancia y la convivencia fraternal, sin exclusiones, debemos ser consecuentes con esa prédica. Nosotros ya hemos tenido contacto con funcionarios cubanos, a cierto nivel. Eso es consecuente con nuestra posición tradicional de sentarnos con cualquier cubano, sin tener en cuenta afiliación política, menos con los hermanos Castro, que son los causantes principales de la desgracia de nuestro pueblo.

En una Cuba post Castro habrá que establecer la justicia, pero sin ánimo de revanchismo ni ajustes de cuentas violentos y arbitrarios, como los que estremecieron a Cuba cuando el castrismo tomó el poder. No se puede prolongar la cadena del sufrimiento en nuestra patria, añadiendo nuevos eslabones que afectarían a futuras generaciones, porque el círculo de odio y violencia no tendría fin. Ese no sería terreno fértil para una nueva República. Lo que sí apoyamos es un estado de derecho donde las víctimas tengan recurso ante la ley, repito, sin caer en los extremos que han marcado al castrismo desde sus inicios.

En un sentido práctico, somos una institución que siempre ha mantenido un perfil bipartidista. Por lo tanto, somos independientes y respondemos a la política que pensamos es la correcta para lograr el objetivo de una Cuba libre y democrática, sin importar si el aliado es demócrata o republicano, liberal o conservador. Nuestra efectividad se la debemos a nuestros propios recursos, porque no recibimos otro apoyo monetario que no sea el que viene de nuestra junta de directores o nuestros miembros.

Hace años, la FNCA tuvo la visión de desarrollar un programa de transición donde proponía soluciones tanto políticas como económicas para una Cuba post Castro. En estos momentos estamos revisando y actualizando dicho programa, pero te puedo asegurar que lo elemental no cambia. Lo puedo resumir diciendo que la Fundación quiere contribuir a la reconstrucción y el renacer de una Cuba que vuelva a ocupar su lugar entre las naciones libres del mundo. Hacia ese fin nos encaminamos con el esfuerzo de cada día, armados con algo más que esperanza: con convicción y fe de que ese día llegará, por la gracia de Dios.