www.cubaencuentro.com Viernes, 18 de julio de 2003

 
Parte 2/2
 
Carta a Don Tomás Gener y Buigas
por RAMóN FERNáNDEZ LARREA, Barcelona
 

Perseguidos, proseguidos y descortesanos en su veloz huye pan que te coge el diente, los portones del Caribe estaban cerrados por el alegre, férreo, y espléndido Francisco Dionisio Vives, que había dictado contra ustedes una maravillosa pena de muerte, y eso que no robaron lancha alguna. Cerrado así el cuadro, sorprendidos entre primera y segunda, no tuvieron más remedio que ir a probar el aire acondicionado natural que les brindaba Filadelfia, porque, con aquellas bombitas mentales sobre nuevas constituciones, reconocimiento a la independencia americana y abolición de la esclavitud, me parece que disentían bastante de la idea del mundo que tenían el rey hispano y su capitán general. "Quién ha visto niño blanco con collar de La Mercé", como dijera muchísimos años más tarde, y en profundo análisis de la situación creada en torno a ustedes, aquel sabio cubano llamado Antonio Machín, de gratas maracas y felices hallazgos, elegido también, por motus propio, delgado delegado a las Cortes gaitas.

Qué voy a contarle yo de todo lo que pasó en aquel año 23. Si acaso lo actualizo en lo que va pasando exactamente 180 añojos más tarde, en que las cosas como se repiten y marean. Estando usted en Filadelfia, o a punto de estarlo, Vives levantó la piedra y descubrió la conspicua conspiración de "Rayos y Soles de Bolívar", que, rayos y truenos, no es la que tienen en la actualidad el gordito cara de torta de imparable lengua y el absolutista de turno en cubita, sino una muy gorda donde hasta le enredaron las patas a un poeta —Heredia— y le echaron con el rayo a una larguísima lista de gente que disentía —hasta ese momento de manera pacífica—, ¿le va agarrando la silueta al calco? Y Pancho Dionisio los agarró con la mano en la masa, ¿adivina cómo? Sí, claro que usted lo sabe, infiltró la masonería de agentes octavios y migueles hasta los huesos. Todo el resultado de la redada se la comunicó personalmente, en carta, el mismísimo Vives —y eso me huele a tamal quemado— con su absoluta letra del pobre mandamás, quien —y he aquí una fatal descoincidencia— no tuvo trovador para dejar plasmada su contracandela en guarachita, que bien hubiese podido decir: "Se acabó la diversión,/ llegó el Capitán General y mandó a parar", cosa a todas luces inexactas, porque Vives desató una oleada de juegos que palidecería la misma meca de los ídem, esa ciudad nada desértica de Las Vegas.

Le doy un dato más para que vea que el tiempo es circular, y gira como cuando uno bate puré de papas. Por eso hay que creer en los mandingas, y en ciertas cosadelomisterios siá cará: fue ese mismo Vives quien implantó el juvenil, ágil, severo y efectivo mecanismo que se usa ahora para despetroncar fantasmas y enemigos, cortar condones umbilicales, cercenar versos, y atajar al hatajo de librespensantes y protestantes, esos inconformes que no sé de dónde sacan fuerzas todavía para decirle a los poderosos que né, nenguém, nananina, néquete y nikitín con agua de borra. Sí, ya veo que el aire de Filadelfia le  aclaró el mondongo que hay debajo del blondo peluquín: Francisco Dionisio Vives implantó y engrasó aquellos juicios sumarísimos, con el nombre de: "Comisión Ejecutiva Militar y Permanente para proceder sumariamente ante cualquier delito en contra del Estado", es decir, la quincalla y el dale jan. Y hasta declaró a La Habana "ciudad sitiada". Creo que así ha continuado hasta hoy.

Pero de eso tal vez usted no se dio cuenta —ni tampoco los turistas, que le entran a Varadero en carretera de bojeo a la Atenas de Cuba—, porque regresó un buen día a Matanzas, y al borde de 1835, en la sombra festiva de un domingo —que se llamaba Domingo del Monte— fundó o fundaron la primera Biblioteca Pública en el interior del país, que a mí me suena a Biblioteca Independiente, y si no, que me parta un rayo ahora mismo, pero que no sea de Bolívar con sus Soles.

No quiero introducirme más en su matancera intimidad. En el mismo lugar en que encontré su daguerrotipo o foto con ligera ascendencia porcina, hallé otros dos ejemplares de similar apariencia. Y tenían su apellido, mire usted, cómo Tarragona se tarregó por el valle del Yumurí. Pero me he quedado pensando en un par de cosas, más allá de que usted muriera de modo plácido —no sé si junto a su amigo Domingo, lo cual lo emparentaría a un tenor de las Españas—. Usted anduvo de segundón en un par de momentos estelares de nuestra humanidad, sereno ahí, tranquilito, sin asomar mucho la rubia cabeza. Y nunca he encontrado en su sombra alguna acción que lo ensombrezca, lo que le convierte en un buen company —para decirlo en catalán—, un compay segundo de Varela y Domingo, a quien, tal vez por ser del Monte, los absolutistas de ahora no le han hecho muchos análisis, y hasta legalizado la Biblioteca.

Me erizo sólo de pensar que no lo plancharon por tamañas fechorías, y eso —más que su cabezón soleado— me da esperanzas para el futuro. Se pueden crear bibliotecas y andar proyectando con Varela y luego morir en casita —en este caso en la que eligió como patria segunda—, porque los absolutismos como que se desgajan de la mata cuando se le pudren las raíces.

A esta altura no sé si ya entonces existía la Mafia de Filadelfia. Es posible que no, que esa alianza no se la hubieran perdonado.

En sus dos tierras al unísono

Ramón

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