www.cubaencuentro.com Viernes, 28 de febrero de 2003

 
  Parte 1/3
 
Las viudas de Marx
¿Qué queda del comunismo en pleno siglo XXI? De la proyección utópica a la ideología estatal: Un viaje sin paradas intermedias.
por JUAN F. BENEMELIS, Miami
 

El siglo XIX produjo una visión ideológica apocalíptica: el marxismo. Marx delineó a la praxis como el medio de transformación en la que los hombres y sus acciones conducirían
Señora con cartel y bandera
Marcha por el Día del Defensor del 'Padre de la Patria'.
el destino de la sociedad en una evolución unilineal, darwiniana, desde el capitalismo. El nudo gordiano del marxismo residía en que tanto la clase media como la "aristocracia obrera" eran excluidas de su esquema al considerarse la relación de explotación como una ecuación directa de capital-trabajo, los elementos de la relación de propiedad. Al resultar la propiedad el centro de la antípoda poseedor-desposeído, tal sociologismo obvió a la sociedad civil. Por eso Marx escogió, sin saberlo, a la clase errónea: al proletariado, que ya para finales del siglo XX carecería de peso en las economías y las sociedades.

Su obra fijó los prerrequisitos del paso al socialismo, a partir de un nivel técnico económico, elemento que se violó por las llamadas "vanguardias voluntaristas", como le señalaron Bakunín y Kautsky. Por eso, sin el golpe de Estado propinado por Lenin en la Rusia zarista, los marxistas jamás hubiesen ascendido al poder político, pues las predicciones de Marx sobre el capitalismo no sólo no se cumplieron, sino que se cumplieron al revés. La vanguardia bolchevique liderada por Lenin, tras aniquilar la democracia burguesa, se erigió en juez supremo e intérprete de la doctrina. Trotsky calificó tal teorema como una "teocracia ortodoxa", el locus tenens del proletariado.

El fracaso de la "revolución permanente" en los focos industrializados del planeta —la condición inexcusable para la construcción del comunismo— desbancó al pensamiento marxista clásico. Trotsky y Zinoviev se afanaron en exportar la revolución, lo único que los podía legitimar en el poder. Las revoluciones marxistas tuvieron como contexto a la atrasada periferia capitalista, no tocada por la ontología mercantilista, escenario ausente en los utópicos textos clásicos. Así se teorizó sobre la descomposición del sistema colonial, para privar al capitalismo mundial de sus materias primas vitales y de mercados, argumentando que el antagonismo principal ya no era entre burguesía y proletariado, sino entre naciones industrializadas y subdesarrolladas.

Más que una proyección utópica, se estaba en presencia de una ideología estatal. Por eso el marxismo no pudo gestar una ética humanista, pese a los esfuerzos de Lukács y Louis Althusser. Su mesianismo, encarnado en el estalinismo, el maoísmo y el castrismo —entre otros—, sería un concepto religioso heredado del puritanismo, en la que el trabajo "moralizador" lograría la acumulación originaria, si bien sacrificando el consumo del productor. El modelo no resultó una formación transitoria hacia el comunismo; la herencia de su Estado burocrático provino del estatismo prusiano, del zarismo y sus sociedades secretas, del despotismo oriental de los kanatos y de las sociedades hidráulicas.

1. Inicio
2. Marx y Engels...
3. Muchos comunistas...
   
 
EnviarImprimir
 
 
En Esta Sección
El país que sí existe
LUIS MANUEL GARCíA, Madrid
(In)competencia y cultura
ARMANDO AñEL, Madrid
Re-varelización
NéSTOR DíAZ DE VILLEGAS, Los Ángeles
Editoriales
Sociedad
Cultura
Internacional
Deporte
Opinión
Desde
Entrevista
Buscador
Cartas
Convocatorias
Humor
Enlaces
Prensa
Documentos De Consulta
Ediciones
 
Nosotros Contacto Derechos Subir