www.cubaencuentro.com Viernes, 18 de julio de 2003

 
  Parte 2/2
 
Respuesta a un lector de periódicos
Manuel Díaz Martínez critica el respaldo del poeta y sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal a la represión en la Isla.
 

Según Cardenal, la palabra "disidente", tratándose de Cuba, se aplica mal, pues "la aplican a los que conspiran, promueven la subversión, y pretenden el derrocamiento del régimen cubano". Cardenal coincide, pues, con la dictadura castrista, y con todos los totalitarismos, en la práctica  policíaca de acusar de conspirador y subversivo a todo el que manifieste desacuerdo con el gobierno. Don Ernesto se ha empeñado en no admitir que los cubanos podamos ser disidentes sin ser conspiradores, y nada menos que "conspiradores a sueldo de la representación diplomática de Estados Unidos en La Habana".

Para este curioso espécimen de sacerdote católico, la pena de muerte es sólo un problema de número, lugar y verdugo. De acuerdo con él, los intelectuales que han protestado por los últimos tres fusilamientos en Cuba "fueron utilizados por la campaña anticubana" porque no se dieron cuenta de que el año pasado hubo 1.560 ejecuciones en el resto del mundo; además, quien haya protestado por estos tres fusilamientos en la Isla "debería protestar más por los 165 ajusticiamientos habidos en Texas mientras Bush era gobernador de ese estado". Lo peor es que este ministro de Dios, que lo es más de Castro, justifica "las tres ejecuciones en Cuba y la puesta en prisión de 75 personas" porque "han ocurrido en circunstancias muy especiales" (no sé si contempladas en la Biblia), en "un país que está en pie de guerra, y ante el peligro de ser invadido". Se trata del mismo país al que acaba de arribar el primer navío yanqui, desde el cual el enemigo imperialista ha invadido el puerto de La Habana con miles de toneladas de madera y papel para periódico.

Cardenal cierra su artículo comentando que quiso escuchar, en Managua, el discurso en que Castro explicaba su última ordalía y que no pudo porque la transmisión vía satélite fue interferida por el gobierno norteamericano. "¿Y no es condenable que a una persona a la que se está condenando mundialmente no se le permita su defensa en la radio internacional?", pregunta indignado. Sí, es condenable; pero más lo es difamar, encarcelar y torturar a las personas que ejercen el derecho a disentir, y a eso se dedica Castro en Cuba con el respaldo, entre otros, del lector de periódicos Ernesto Cardenal.

Referencias
Preguntas sobre Cuba, El Nuevo Diario, Managua.
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