www.cubaencuentro.com Viernes, 18 de julio de 2003

 
  Parte 1/2
 
La anexión fantasma
El gobierno cubano acusa a Washington de interferir en los asuntos internos de la Isla para justificar la represión contra la disidencia. ¿Ceguera o puro cinismo?
por ROBERTO LOZANO, Miami
 

Fidel Castro y su canciller Felipe Pérez Roque dicen en sus últimos discursos que la política exterior de Estados Unidos atenta contra el derecho de Cuba a escoger su modelo social, y busca crear un conflicto armado entre los dos países. Acusan a Washington de interferir en los asuntos internos de la Isla y de crear una "quinta columna" para lograr el objetivo de una "soñada anexión". Ambos, en realidad, intentan ocultar que la política de Estados Unidos no busca el final de Cuba como nación independiente, sino el fin del régimen totalitario que secuestra su destino.

Fidel Castro
Recibimiento del ex presidente Carter en el aeropuerto de La Habana.

Castro y Pérez Roque deberían saber, aunque sea por medio de sus expertos, que Cuba no es una prioridad del Departamento de Estado y mucho menos del Pentágono, y que la Isla sólo reemplazaría a Irán, Corea del Norte o Siria, si Castro comete un error de cálculo y atenta contra la seguridad nacional de Estados Unidos. Sólo en caso de que el gobierno cubano permita un éxodo masivo o desate una guerra internacional de radiodifusión como respuesta a las trasmisiones de TV Martí, por citar dos escenarios posibles, Estados Unidos se vería obligado a responder de manera más enérgica, pero no necesariamente con una invasión y ocupación que termine en anexión, como aseguran Castro y Pérez Roque.

Castro y Pérez Roque deberían saber por las mismas fuentes que Cuba tampoco es un objetivo de la estrategia global estadounidense contra el terrorismo, dado que —según la opinión oficial del estamento militar estadounidense— ya no constituye un peligro militar inminente para esta nación. El régimen castrista no fue siquiera incluido en el "eje del mal". Lo que sí busca el gobierno de Estados Unidos es la democratización del país, pero por vías pacíficas. Sólo una acción irracional por parte de Castro provocaría un conflicto armado y la ocupación del país. Además, en caso de ocurrir la tan temida ocupación, esta sería temporal como lo ha sido en la mayoría de las guerras en que ha participado Estados Unidos —el caso de México es la única excepción— y difícilmente ello culminaría con la anexión de Cuba.

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