www.cubaencuentro.com Martes, 30 de marzo de 2004

 
  Parte 1/2
 
El Big Bang
Del M-26-7 a los atentados de Madrid: Los orígenes del gran golpe.
por NéSTOR DíAZ DE VILLEGAS, Los Ángeles
 

En el título de un libro de poemas de Severo Sarduy hay un juego de palabras que pasará por alto quien no conozca los secretos de la lengua de Shakespeare y de Hubble.

La primera alusión tiene que ver con los orígenes del universo —y si Alah es dios no extrañará que diera a conocerse con un siquitraque—.

Pero hay otra acepción secreta y no menos usada que define "bang" como coito: el Big Bang se convierte, en boca del poeta, en el golpe de los cuerpos acoplándose; en el gran golpe de lo desconocido de siempre.

Atentados en Madrid
Madrid, 11-M.

A la hora en que estallaban los trenes en Madrid, un telescopio daba vueltas al mundo y tomaba fotos del hueco por donde salimos. Y lo que vio, según dicen los cables, está "a un tiro de piedra" del primer bang.

Extrañamente, Sarduy comenzó su carrera con una novela donde el protagonista va a poner una bomba (Gestos, 1962), y terminó jugando a la astrofísica porno, fascinado por las explosiones celestes.

Del Big al Bang.

Explotar y templar.

Cuenta Batista en su libro Respuesta que en la época en que Sarduy sitúa su novela los terroristas del Movimiento 26 de Julio estaban poniendo bombas por toda La Habana. En la edición inglesa de las memorias batistianas el párrafo reza: "...a child destroyed by a shell burst, a young woman mutilated by an infernal machine; a citizen blown to bits... this was routine news in a country revolved by terror". Un niño destrozado por un petardo, una mujer mutilada por una máquina infernal, un ciudadano volado en pedazos… éstas eran noticias rutinarias en un país revuelto por el terror.

Batista dice —en el idioma de Mathews, porque las ediciones en su propio idioma se han agotado y ya nadie quiere recordarlas— que "atrocities were premeditated to represent the Cuban government, slowly but surely, as a dictatorial bloody regime". Las peores atrocidades fueron premeditadas para hacer lucir al gobierno, poco a poco, como un régimen sangriento y dictatorial. Una de esas atrocidades sucedió, precisamente, un 13 de marzo. Contra el ataque a Palacio demostraron, por las calles de la capital, más de 300.000 personas.

Hace unos días, a raíz de la explosión de los trenes de Atocha, el periodista Antonio Muñoz Molina comentaba algo parecido desde las páginas de El País:

"Se ha celebrado públicamente a los asesinos y se ha infamado a las víctimas. Se han dedicado calles a los verdugos, se les ha canonizado como encarnaciones de Cristo o de Che Guevara o de los dos al mismo tiempo".

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