www.cubaencuentro.com Martes, 30 de marzo de 2004

 
   
 
Daños mínimos
¿Encaja en los intereses del Vaticano que Cuba sea el único territorio de las Américas en que el movimiento sectario religioso encuentra un freno institucionalizado?
por LUIS TORNéS AGUILILLA, Laon
 

Pronto hará un año de que Juan Pablo II se sintiera "profundamente afligido" después de conocer "las duras penas impuestas a numerosos ciudadanos cubanos, y, también, por algunas condenas a la pena capital". En ese momento, el Papa solicitó a Fidel Castro "un significativo gesto de clemencia hacia los condenados", pero todos conocieron la respuesta que el gobernante dio: los tres jóvenes cubanos que no habían cometido crímenes de sangre fueron fusilados y las duras penas se cumplen en espantosas condiciones carcelarias.

Viajando atrás en el tiempo, deberá recordarse el viaje a Roma y al Vaticano, en diciembre de 1997, del general de Ejército Raúl Castro.
Fidel Castro y Juan Pablo II
Castro, Juan Pablo II. Visita a Cuba del Pontífice.
Estancia inesperada, y tan fuera de tono, que hoy aún muchos se anegan en conjeturas sobre la "verdadera" misión del segundo hombre del poder en la Isla. ¿Qué asuntos de interés bilateral pudo tratar Raúl Castro durante los tres días que permaneció en Roma a dos pasos del Papa?

¿Qué intereses convergentes podrían brotar (aun cuando la Iglesia no lo desee) entre la necesidad del castrismo de ganar el tiempo necesario para desaparecer naturalmente de la escena cubana y la estrategia de la Iglesia Católica para combatir el movimiento sectario en Estados Unidos y América Latina?

Desde la Cienciología y la Dianética hasta la Iglesia Internacional de Cristo se cuentan por decenas las sectas que representan, cultural y políticamente, un peligro para la vigencia de la Iglesia Católica en América. Por esa razón, Juan Pablo II y la jerarquía católica recalcan sistemáticamente que el movimiento sectario en esta zona del mundo es un "un grave obstáculo para el esfuerzo evangelizador". ¿Un grave obstáculo o un peligro mortal?

La Iglesia considera que su lucha contra el movimiento sectario es la prioridad: "Es necesaria una acción pastoral resolutiva para afrontar esta grave cuestión…". Se trata de una lucha contra las estructuras visibles u ocultas de los que promueven y manipulan intereses en torno al movimiento sectario en las regiones mencionadas.

Dichos promotores, ligados muchas veces a intereses o estructuras de los Estados, poseen una gran capacidad financiera y proselitista que, a los ojos de los estrategas de la Iglesia, merece particular atención en el juego político continental.

A partir del concordato de Worms en 1122 entre Calixto II y Enrique V, pasando por los concordatos entre Bonaparte y Pío VII, o entre Adolf Hitler y Pío XI, quien condenara enérgicamente la opresión a la que fue sometida la Iglesia Católica bajo el III Reich, la Iglesia habrá mantenido una línea invariable con tal de conservar su permanencia en contextos políticos potencialmente hostiles. Valga aquí aclarar (vistos los mil reproches) que Pío XII fue heredero no sólo del trono de San Pedro, sino también del concordato con Hitler, firmado por su predecesor en 1933.

Así pues, los concordatos y las concesiones, las misiones y las reuniones informales entre los tiranos o sus lacayos con la Iglesia de Roma, aparecen a la luz de la Historia como "daños mínimos", manejados por la autoridad pontificia a sabiendas de que todo pasa, como pasaron Enrique V, Hitler y Bonaparte.

Las sectas religiosas a las que hoy se enfrenta el Vaticano, cunden por Estados Unidos, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Brasil… Paradójicamente, la Cuba de los fusilamientos y de los presos políticos es la excepción que confirma la regla. La Cuba de la UMAP y de los católicos reprimidos hasta el ensañamiento, es curiosamente el único territorio de las Américas en que el movimiento sectario continental encuentra un freno institucionalizado, un profundo freno ideológico de facto que, quiérase o no, cae como anillo al dedo en el marco del interés general de Roma.

Pero mientras lo estratosférico sigue su rumbo, en Cuba y cada vez más cerca de la realidad que vive la gente común, el sacerdote Alberto Pons Santana, de Camagüey, tuvo la osadía de levantar la voz contra el régimen el 27 de diciembre 2003 durante la ceremonia de su ordenación. Eso significa que hay esperanzas, más allá de toda circunstancia efímera.

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